lunes, 22 de agosto de 2016

La torre de Babel




Marcos Quijada, en El Correo de Andalucía, ponía ayer el dedo en la llaga. Señala, y señala bien, que “el control de los medios es algo absolutamente desequilibrado en favor de la derecha en España y es parte de la explicación de los resultados electorales. En un país en el que, según el CIS, el 85 por ciento de la población jamás asistió a un acto político, es normal que la influencia de los medios sea enorme en las tomas de decisiones”. (…) “Se le pide a Sánchez lo que jamás se le pidió a Rajoy y la postura actual del PSOE es la misma que la del PP ante la investidura de Sánchez”. Marcos Quijada, un poco más debajo de su artículo, vuelve a decir lo mismo que expresa en su cabecera: “Si yo fuese Sánchez también votaría que no”. Y cuenta por qué: por presidir un partido corrupto, por haber metido mano en la caja de pensiones, por disparar el déficit del Estado, por pone en cuestión la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales, por haberse cargado a la clase media y los derechos que los trabajadores tenían conquistados con mucho sudor y lágrimas. Yo añadiría más motivos: por haberse cargado la sanidad pública en beneficio de la sanidad privada, por haber rebajado los sueldos de funcionarios sin causa que lo justifique, por  haber rebajado los sueldos de los trabajadores como fórmula errónea de intentar competir en los mercados internacionales al no poder devaluar el euro como Franco hacía con la peseta, por haber hecho magro el tejido industrial español con la excepción del automovilístico, por haber aumentado el tiempo de lista de espera en los hospitales públicos, por haber permitido el repago farmacéutico a los jubilados, por rescatar a bancos y cajas de ahorro y decir que en España no ha habido rescate, por permitir las tarjetas black, por consentir  las cláusulas suelo en las hipotecas, por haber quitado dotaciones a la Ley de la Memoria Histórica y permitir que siga habiendo miles de cadáveres de ciudadanos que lucharon por su libertad en las cunetas y en los descampados…., etcétera. La lista de desatinos del actual Gobierno en funciones es larga y ya aburre a las ovejas. Rajoy debería marcharse de La Moncloa por vergüenza torera. Su partido fue el más votado en las urnas, pero no consigue, pese a ello, tener a su favor la mitad de la Cámara como única manera de conseguir su investidura. No se debe echar la culpa a Sánchez ni al PSOE de que haya que volver a votar, si se diese el caso,  el próximo día 25 de diciembre por tercera vez. Los incompetentes no parece que sean los ciudadanos,  que pagan impuestos y ejercen su derecho a voto cuando se les requiere. Los incompetentes, de haberlos, son los responsables políticos que no han sido capaces de ponerse de acuerdo para gobernar desde el 20 de diciembre pasado y que han transformado en la praxis y de forma solapada la monarquía parlamentaria en una “infumable” oligarquía de partidos dentro de una torre de Babel. Y así, con esa falta de entendimiento, no vamos por buen camino. No quiero terminar sin tener un recuerdo para la figura de don Melquíades Álvarez, asesinado en Madrid hace hoy ochenta años. Me resisto a que pase al olvido.

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