lunes, 19 de septiembre de 2016

Algo sobre la casa madrileña donde murió "La Dolores"





Los próximos días, Calatayud “revivirá los acontecimientos más importantes que tuvieron lugar durante el siglo XIX; entre ellos, un performance de “La Dolores, un viaje en el tiempo”. Parece ser, y de eso sabe mucho Antonio Sánchez Portero, que entre1840 y 1850 vivía en Calatayud una muchacha, Dolores Peinador Narvión,  nacida el 13 de mayo de 1819 y a la que su madre, al morir, le dejó una importante herencia que su padre, casado en segundas nupcias, se resistía a entregarle. Dolores se casó a los 20 años en Zaragoza con Esteban Tovar, un teniente granadino que había dejado el Ejército dispuesto a vivir de la herencia de su mujer y que dilapidó pronto sus bienes hasta dejar  a Dolores en la miseria. Ello dio lugar a la famosa copla. En 1850, Dolores y su marido se trasladaron a vivir a Madrid, a la calle de la Ballesta. De allí pasarían a vivir a la calle Cruz Verde y, posteriormente, a la calle Jardines, donde viviría ya siendo viuda con su hijo Esteban. Se sabe que falleció en agosto de 1894 en el palacio barroco que los condes de Altamira poseían en el número 8 de la calle de la Flor Alta, junto a la Gran Vía, en la actualidad sede del Instituto Europeo de Diseño, comprado a Caja Madrid en marzo de 2003 por 4’2 millones de euros ante la indiferencia del Ayuntamiento, que renunció a su puja, y que entonces presidía Álvarez del Manzano. A ese magno aposento, obra de Ventura Rodríguez, quería hacer referencia. Se trata de una edificación que ocupaba toda una manzana, llegando hasta la calle de San Bernardo (o Calle Ancha de San Bernardo como se la llamaba entonces para distinguirla de la calle Angosta de San Bernardo -actual de la Aduana-), que era el eje en torno al cual se agrupaban las residencias aristocráticas de aquella época, hasta que en el siglo XX fuera sustituido por la Castellana. Además de a las mencionadas San Bernardo y Flor Alta tenía fachada a las calles de Libreros y Marqués de Leganés. Su propietario fue Vicente Osorio de Moscoso y Ponce de Léon, Grande de España, duque de Sessa y de Montemar, marqués de Astorga, de Leganés, de Ayamonte y de San Román, conde de Cabra y de Altamira  y vizconde de Iznájar, quien tenía en él una gran colección de pinturas. Según descripción de la periodista Lourdes Morales Farfán, “durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), las tropas francesas usaron el palacio como cuartel. Cuando acabó la contienda, se realizó un inventario y una descripción de todo lo sustraído por los franceses en el palacio y el archivo del Conde de Altamira: joyas, documentos, pinturas, muebles, ropas, etc. Del saqueo, no pudo recuperarse nada, mientras que algunas obras de arte han sido vistas en algunos museos europeos. A finales de los años 40 del pasado siglo XX, el palacio fue sede de la Escuela de Peritos Industriales de Madrid hasta que, alrededor de 1958, se trasladó a la Ronda de Valencia. En ese momento, el edificio pasó a acoger la Escuela de Maestría Industrial de Delineantes y de la Construcción. El 10 de junio de 1977 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y en la actualidad, acoge una de las sedes en Madrid del ya nombrado Instituto Europeo de Diseño, para cuya instalación en él tuvo que emprenderse una profunda reforma del palacio, obras que se llevaron a cabo de la mano del arquitecto Gabriel Allende y que permitieron la reapertura de este palacio en 2006”.

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