lunes, 26 de septiembre de 2016

El Cela inédito





Todo parece apuntar a que el próximo 19 de octubre se publicará una edición completa de La Colmena sin censuras, incluso con determinadas escenas de lesbianismo que no estaban en ediciones anteriores de esa “Historia incompleta de unas páginas zarandeadas”. Camilo José Cela ideo la novela en sus visitas al madrileño Café Europeo, en la glorieta de Bilbao esquina a la calle de Carranza, que era uno de aquellos cafés llamados “de asiento”, no demasiado lleno por las mañanas, algo más ocupado por las tardes y abarrotado de clientes por la noche y en las madrugadas, propiedad de tres hermanas. Por allí pasó Juan Simarro González, el Ciego Simarro, figura muy popular a pesar de su indigencia, cuyo recuerdo requeriría todo un capítulo aparte. Cela escribió La colmena entre 1945 y 1948, pero ante el rechazo de la censura española tuvo que publicarla en Argentina en 1951; en 1963 se permitió la publicación en España de una versión incompleta y en 1966 se dio el visto bueno a la “definitiva”. Entonces, ¿qué versión es la que va a salir a la luz ahora? En realidad, la novela describe tres días en el Madrid de diciembre de 1943, donde el hambre y las cartillas de racionamiento eran algo cotidiano. Consta de 6 capítulos y un epílogo. Los cinco primeros capítulos son bastante largos, y los dos últimos muy breves. No están ordenados de forma cronológica, a excepción del I y II que se refieren respectivamente a la tarde y al anochecer del primer día. El III narra lo ocurrido en la tarde del segundo día; el IV, la noche del primero; el V, la tarde y noche del segundo día y el VI, el amanecer del día segundo. El Final es la mañana de tres o cuatro días después. De manera que si pretendemos seguir un orden cronológico, la distribución de los capítulos sería la siguiente: I la tarde, H el anochecer, IV la noche, del primer día; VI el amanecer, III la tarde, V la tarde y la noche, del segundo día; Final, la mañana, de tres o cuatro días después. Y todo el relato se centra en el café La Delicia, de doña Rosa, y en la casa de putas, de doña Celia. Cela la subtituló como “Caminos inciertos”. Cela, a mi entender, nunca tuvo criterios claros sobre cómo hacer una estructura argumental en sus novelas, es decir, introducción, nudo y desenlace. Quizás por ello se le dieron tan bien los libros de viajes y vagabundos, a los que se aplicó con maestría. Como recuerda Ian Gibson en Cela, el hombre que quiso ganar (1ª ed. Aguilar, 2003, cap. VII), “Algunos ejemplares de La colmena atravesaron, naturalmente, el océano. José María Pemán, a quien, años atrás, el Cela principiante había imitado en “Adolfo Esteban Ascensión”, le dio “un suave tirón de orejas” en Abc. Más crítico se mostró Juan Aparicio, a quien tanto debía Cela en Arriba. Pero, ya puestos, hubiese preferido que el próximo 19 de octubre saliese al mercado  la parte inacabada que Cela escribió de sus novelas  Un marino mercante y Las aguas tranquilas. Según pude leer hace pocos días en La Vanguardia,  “Cela llegaba a Barcelona, procedente de Madrid, el 23 de octubre de 1945. Durante su receso catalán frecuenta un pequeño círculo de amigos barceloneses –Juan Ramón Masoliver le ha preparado visitas, firma de ejemplares, lectura de dos capítulos de La colmena– y, si se tercia, sella sus conversaciones con comidas en el Set Portes.’De mi viaje a Barcelona he sacado conclusiones muy saludables y ahora veo de otro modo este asqueroso mundillo literario de Madrid’. Efectivamente, abandona la capital y, en 1954, se traslada a Mallorca. Se sabe que en una entrevista que el escritor concedió en 1944 a Fotos, reconoce que está escribiendo una novela de temática marinera. ‘En la actualidad trabajo en una novela, Un marino mercante, cuya acción transcurre, casi constantemente, en el mar o en su más próxima orilla. En ella ­relato las andanzas de mi tío don Evaristo Montenegro de Cela, elegante prosista y capitán mercante retirado”. Se trata de un manuscrito de 23 páginas, más tres que transcriben en tamaño folio, alguna de sus partes a máquina, procedentes de un cuaderno cuadriculado de formato escolar, en el que se contenía el principio de la novela, Un marino mercante. “Cela –cuenta La Vanguardia- emprende la redacción de esta novela para combatir el pesimismo que la crítica contemporánea había subrayado en sus dos primeras novelas, La Familia de Pascual Duarte (1942) y Pabellón de reposo (1943). Buena prueba de ello es la anotación que propone para la faja publicitaria de esta novela, cuyo editor debía ser Saturnino Calleja, director de Ediciones La Nave. El protagonista de la novela es don Evaristo Montenegro de Cela, nacido el martes de carnaval de 1820 en las proximidades de La Coruña y fallecido ‘en camisón –contra todo pronóstico y cristianamente el día de San Claudio de 1916’, según constata el manuscrito. Cela asegura que la novela es una verídica y edificante historia de quien siempre llamó su tío, aunque más bien se trata de su tío abuelo, puesto que la madre de don Evaristo, doña Asunción Cela Morán, fue hermanastra de doña Rosa Fernández Morán, bisabuela del novelista”.

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