martes, 4 de octubre de 2016

Argüelles y Calatayud (I)





Me está resultando dificultoso poder resumir en pocas líneas  la controvertida figura  de un militar que estuvo a favor de los rebeldes durante la Guerra Civil, condenado y encarcelado por los republicanos y, paradójicamente, fusilado por los rebeldes con la “liberación” de Santander. Me estoy refiriendo a José Pérez y García Argüelles, gobernador militar de la capital cántabra con el estallido de la guerra. Había nacido en La Coruña el 10 de septiembre de 1877 y desarrolló casi toda su carrera militar en África. Bajo la Dictadura de Primo de Rivera Argüelles fue delegado gubernativo en Calatayud. Posteriormente, gobernador civil en La Coruña, Baleares y Albacete. Participó en la sanjurjada de agosto de 1932 siendo ayudante del general Cavalcanti. En septiembre de 1935 fue nombrado jefe de Regimiento y gobernador militar de Santander. Su antagonista fue el comandante José García Vayas, jefe del batallón de Santoña. Ambos nombramientos obedecían a contrapuestos criterios políticos. Vayas fue el contrapunto izquierdista del derechismo de Argüelles. Como era de esperar, llegado el 18 de julio de 1936, Argüelles permaneció al lado de los sublevados y Vayas al lado de la  República. En un momento dado, las autoridades del Frente Popular se hicieron con el poder. La prensa derechista fue incautada y la radio se utilizó con eficacia. Pocos días después, el día 25, Argüelles y su segundo en el mando, Héctor Bruna, fueron destituidos por Vayas. Dos días más tarde,  el Frente Popular nombró un Comité de Guerra presidido por él, y el día 11 de agosto se nombró a Juan Ruiz Olazarán gobernador civil. Argüelles, Bruna, Terán, Colombo y otros militares de alta graduación fueron, primero a la cárcel; después a una bodega del barco-prisión “Alfonso Pérez”. A bordo coincidirían con mi abuelo materno, entonces cajero del Banco de España y cesado por orden del que había sido director de esa sucursal y, desde hacía pocos días director general de Sucursales, Eladio Villanueva García, que más tarde, con el triunfo de los rebeldes, sería inhabilitado por 15 años. Nunca regresó a su actividad. Mi abuelo, que había salido en libertad del barco maldito dos días antes de los trágicos sucesos del 27 de diciembre, volvió a ocupar su puesto de cajero gracias a la intermediación de Ramón Artigas. Sobre ese individuo, que tanto sufrimiento causó a mi abuelo, podría escribir bastante, pero eso llevaría tiempo. Pues bien, a lo que iba. Aunque ya lo ha contado en otras ocasiones, el “Alfonso Pérez” era un carguero propiedad de Ángel F. Pérez que ya había servido de cárcel a los presos de 1934. El 17 de julio se encontraba fondeado en la bahía por falta de fletes y requisado el 28 de julio por el Frente Popular con el fin de descongestionar la Prisión Provincial y la Prevención Municipal, atiborradas de presos derechistas. El número de víctimas aquel 27 de diciembre se elevaron a 324, como represalia de un intenso bombardeo de los rebeldes producido la noche anterior, que mató a 67 ciudadanos y dejó malheridos a otros 60. De todas formas, ya había  precedentes de asesinatos en los barcos Cabo Quilates y Altuna, fondeados en la ría de Bilbao. Pero volvamos a Argüelles. A finales de diciembre de 1922 había sido destinado a Almería. En diciembre de 1923, como ya se ha dicho, fue nombrado delegado gubernativo en Calatayud, después de haber pasado por Zaragoza para recibir instrucciones. Primo de Rivera se dedico, como se sabe, a “regenerar” España. Entendía que la causa de los males políticos estaba en el caciquismo reinante, y su eliminación pasaba por el saneamiento de los municipios. Y sus esfuerzos se dirigieron a la reforma de la Administración Local. Se suprimieron los gobiernos civiles, pasando sus asuntos a la jurisdicción militar, se sustituyeron los Ayuntamientos por Juntas Rectoras y se enviaron delegados gubernamentales a todos los partidos judiciales. La función de aquellos delegados era de la promover iniciativas que revitalizaran la sociedad, se creasen somatenes y se terminase con los caciques locales. Argüelles, era el delegado gubernativo de Calatayud sin dejar de pertenecer a su Regimiento de Almería. En Calatayud permaneció todo el año 1924 y comienzos de 1925. En febrero de aquel año fue nombrado gobernador civil de Baleares. Un año más tarde fue destinado al Regimiento de Infantería Castilla número 16, de Badajoz, sin dejar su cargo de gobernador civil. A finales de 1925, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por otro de carácter civil. Argüelles fue destinado a La Coruña en abril de 1926. Dimitió dos años más tarde. Seis meses después de su último destino fue nombrado gobernador civil de Albacete. Allí permaneció hasta febrero de 1930. En abril de ese año fue destinado al Regimiento de Infantería León número 38, de Madrid. Y a mitad de mayo, como ya se ha dicho, fue destinado como ayudante de campo del capitán general de la 2ª Región Militar, Cavalcanti. En junio de 1932 ascendió a coronel y su nuevo destino fue  el Centro  de Movilización y Reserva número 11, en Burgos. A finales de septiembre de 1935 fue destinado al Regimiento Valencia número 23 de Santander y asumió la Comandancia Militar de esa plaza. Allí comenzaría su viacrucis.

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