lunes, 3 de octubre de 2016

Azul con amarillo





Llevo un tiempo preguntándome la razón por la que muchos periodistas y políticos que aparecen en las pantallas de televisión utilizan corbata verde aunque no pegue con el color del traje o de la camisa. Por todos es conocido que el “uniforme” de trabajo de los vendedores de Tecnocasa, empresa dedicada a la compraventa de pisos, es traje gris marengo, camisa blanca y corbata verde. Pero una cosa son los vendedores de inmuebles y otra muy distinta los presentadores y contertulios televisivos que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Un conocido mío, Patusio Ayamonte, que ha comido pan de muchos hornos, que ha leído muchos libros de aventuras y que ha saltado de varios balcones in púribus, también es conocedor de cómo se llamaba la reina consorte de Amadeo de Saboya, que no lo sabe casi ningún verderón en este país. Patusio Ayamonte, cuya festividad celebra hoy la Iglesia Católica, me dio la clave: “Verás, José Ramón, el color verde es lo de menos. Lo que importa para los monárquicos es el acrónimo VERDE, que esconde un mensaje secreto: “Viva el rey de España”. Este es un país de lacayos y así nos luce el pelo. Durante la Segunda República, los monárquicos que habían dicho adiós al rey que embarcó en Cartagena tenían prohibido exhibir sus símbolos, quedando prohibidos también las enseñas roja y gualda. Pero muchos de aquellos personajes de opereta burlaban aquella prohibición usando el color verde en pañuelos, corbatas, pajaritas o lazos. Al poco de contarme Patusio Ayamonte  aquello que yo desconocía, me acorde de don Miguel Nales Larrea, natural de Arceniega (Álava) y que, además de artziniegar fue uno de mis ocho bisabuelos. Y mi bisabuelo, lector de La Gaceta del Norte y cuanto estaba escrito por delante y por detrás en los tacos de calendario de El Corazón de Jesús, me contaba, siendo yo muy pequeño, que también los isabelinos y los carlistas se paseaban por el Salón del Prado madrileño luciendo sobre sus gabanes y paletós una cinta de color azul o rojo, según sus simpatías por Isabel y por la regente María Cristina, o por Carlos María Isidro. De hecho, los primeros en llevar la boina roja fueron los soldados de la milicia de voluntarios liberales de Guipúzcoa. Pero cuando la boina se convirtió en un símbolo del carlismo, el general Baldomero Espartero prohibió en el año 1838 llevar esa prenda de cabeza a toda clase de personas, tanto militares como paisanos. Con el tiempo, las boinas rojas volvieron a campar entre la población. Hoy el uniforme de la Ertzaintza, también el de la Policía Foral de Navarra, es parecido al que usaron los carlistas del siglo XIX. Y el “tápate soldado, tápate, que se te ve el requeté” (haciendo referencia al trasero) fue la expresión que dio origen a ese nombre. Franco,  al integrar a los tradicionalistas de Fal Conde con Falange Española (después de haber mandado a Hedilla a la cárcel) y con las JONS de Ramiro Ledesma,  impuso en el Partido Único el  uniforme de  camisa azul mahón y  boina roja y aparecieron como por encanto miles de jefaturas del Movimiento. También, a los chiquillos del Frente de Juventudes cuando iban de campamentos de verano a Covaleda y desfilaban con fusiles de madera se les impartía adoctrinamiento sobre la revolución pendiente, el pan y la justicia. Después llegaría la OJE y el referéndum del 66 sobre la Ley Orgánica del Estado y la ratificación de la Ley de Sucesión, pero no el “quién”: si Juan de Borbón, su hijo Juan Carlos, su primo Alfonso,  o Carlos Hugo. ¿A quién propuso las Cortes? La solución tuvo que esperar tres años. Al final resultó ganador el que quiso el sátrapa. “Verde, que te quiero verde. / Verde viento, verdes ramas. / El barco sobre la mar y el caballo en la montaña”.

No hay comentarios: