miércoles, 19 de octubre de 2016

La euforia de Sancho





Balbino Lozano Vicente, de enorme cultura, recuerda hoy en su artículo “Doña Urraca y el Quijote”, publicado en El Correo de Zamora, cuando en el capítulo V de la Segunda Parte del Quijote  discute un Sancho Panza eufórico, dispuesto a heredar la Ínsula Barataria, con su mujer, Teresa, que tiene los pies en el suelo no termina de entender los motivos de alegría de su esposo. Y ambos se enzarzan en una perorata sobre el rango que, según Sancho, habría que darle a su hija, Mari Sancha, a la que habría que convertirla en dama de alta alcurnia y procurarle un buen marido. Y en plena discusión dice Sancho:
"Ven acá mentecata e ignorante -que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vas huyendo de la dicha- si yo dijera que mi hija se arrojara de una torre abajo, o que se fuera por esos mundos, como se quiso ir la infanta doña Urraca, tenías razón de no venir con mi gusto; pero si en dos paletas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, te la chanto un "don" y una "señoría" a cuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la pongo en toldo y peana, y en un estrado de más almohadas de velludo que tuvieron moros en su linaje los almohades de Marruecos, ¿por qué no has de consentir y querer lo que yo quiero?".
Cervantes hacía alusión en boca de Sancho a la  hija de Fernando I de Castilla, y al romance anónimo en el que Urraca se lamentaba de lo mal parada que había salido en el reparto de la herencia de su padre. Se olvida de su hermana Elvira, que recibió el Señorío de Toro con categoría de reino:
"Morir vos queredes, padre, ¡San Miguel vos haya el alma! / mandastes las vuestras tierras a quien se vos antojara; / diste a don Sancho Castilla, Castilla la bien nombrada, / a don Alfonso León con Asturias y Sanabria; / a don García Galicia con Portugal la preciada, / ¡Y a mí, porque soy mujer, dejaisme desheredada! / Irme he yo de tierra en tierra como una mujer errada; / mi lindo cuerpo daría a quien bien se me antojara, / a los moros por dinero y a los cristianos de gracia; / de lo que ganar pudiere, haré bien por vuestra alma".
Tras haber recapacitado Fernando I, le hace entrega de Zamora a Urraca. Pero, claro, aquí pasó lo de siempre. Sancho quedó descontento con el reparto y declaró la guerra a cada uno de sus hermanos. Primero contra Alfonso; más tarde, aliado con éste, contra García; luego vence a Elvira y le arrebata Toro; marcha sobre Zamora y Urraca resiste su acoso durante seis meses. Al final decide cortar por lo sano tramando el asesinato de su hermano, y lo logra utilizando a Bellido Dolfos. No sé por qué razón, me han venido a la cabeza tres mujeres de actualidad: Carmen Martínez Bordiú, en su día desposada con Alfonso de Borbón; Begoña, mujer de Pedro Sánchez; y Letizia Ortiz, unida en matrimonio con el entonces príncipe Felipe. A la primera de ellas hasta la sentaron durante un pase de modelos de Villagroy en un sillón isabelino y sobre una tarima, para quedar más elevada. La segunda, como escribió Peñafiel, “estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para que su Pedro llegara a La Moncloa”; la tercera de ellas tuvo mejor suerte. La nieta de un taxista consiguió ser reina consorte. Lo que no sabemos es por cuánto tiempo.

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