lunes, 31 de octubre de 2016

No me mates con tomate...





Acabo de leer con atención un editorial de El País, “La trampa retórica de servirse de los abuelos”, firmado por José Andrés Rojo. Y se hace referencia a Gabriel Rufián y a Pablo Iglesias, pues ambos, por separado, mentaron a sus respectivos abuelos, a los que consideran socialistas de ley. Es bueno que todos, también ellos, estén orgullosos del pasado de unos abuelos que sufrieron la Guerra Civil, primero, y la larga dictadura de un sátrapa, después, sin reproches y sin pasar facturas a nadie. ¿Qué argumentos hubiese querido Rojo que expusieran en la tribuna del Congreso ambos diputados? ¿Eso es retórica pringosa? En efecto: nadie en su sano juicio entiende que cómo, salvo honrosas excepciones, los socialistas, principal partido de la Oposición, se pusieran de rodillas con su abstención y dieran el poder al candidato de un partido corrupto a cambio de nada. Fue el temor, sí, el temor, a que hubiese terceros comicios, con todas sus consecuencias negativas para ellos. Sabían por las encuestas, también por la opinión de la calle, que el sorpasso de Podemos estaba asegurado y que el PP remontaría en votos como la espuma de la cerveza. Y, ante tales temores, decidieron poner la venda antes  de la herida. Era aquello de “que viene el lobo”; y como en la fábula de El escorpión y la rana el anfibio anuro ayudó a pasar el río al arácnido poniéndose debajo ante la promesa de que no iba a hacerle ningún daño. Y a mitad del trayecto, el escorpión picó a la rana con el argumento de que no tenía elección,  que era su naturaleza. Pues bien, es evidente que en una guerra entre hermanos, como sucedió aquí, sólo la derrota era posible. Pero unos lo pasaron peor que otros al término de la contienda y muchos años después. Sólo acierta Rojo al final, cuando entiende que “a los abuelos [a aquellos abuelos, supongo que querrá decir], por lo menos, se les debe un minúsculo respeto”. También se les debe a los de ahora. El hambre crece en España. Sólo hay que echar un vistazo a los informes de Cáritas. Y muchos de los actuales abuelos, con pensiones de miseria, se ven en la disyuntiva  de tener que ayudar a hijos, yernos, nueras y nietos sin recursos. Y esa tragedia de hoy algo tiene que ver con aquella reforma in extremis del artículo 135  de la Constitución entre PP y PSOE, firmada con nocturnidad, alevosía y sin el refrendo de los españoles, una noche de verano de 2011 entre Rodríguez Zapatero y Rajoy, para garantizar el Principio de Estabilidad Presupuestaria en las Administraciones Públicas, y donde se introdujo lo siguiente: “Los créditos para satisfacer intereses y capital de deuda pública se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos presupuestarios y su pago gozará de prioridad absoluta, clarificando así que ante la disyuntiva de satisfacer distintos tipos de gastos, prestaciones por desempleo, jubilación, pobreza o exclusión social, por poner algunos ejemplos, la principal norma del ordenamiento jurídico español exigiría al conjunto de las Administraciones Públicas el pago preferente y prioritario de las sumas de capital e intereses a todos aquellos (banca, inversores, instituciones financieras, ahorradores) poseedores de instrumentos y títulos de deuda pública. En suma, tanto el PP con la Gürtel, por poner la muestra de un botón, como el PSOE con los ERE, por poner la muestra de un ojal, nos perdieron el respeto hace ya mucho tiempo. Pero unos mandan por la parálisis de un dontancredismo que ha ejercido su magnetismo catatónico sobre las clases pasivas;  y los otros, miren ustedes por dónde, se encuentran a un tris de desaparecer del mapa político por seguir las directrices de la encantadora de serpientes Susana Díaz,  actual presidenta de la Comunidad donde existe mayor pobreza.

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