lunes, 19 de diciembre de 2016

Frugalidad





Yo no pongo en duda que el cardo, del que son tan aficionados en Aragón y en Navarra por estas fechas, tenga efectos depurativos, vaya bien para el hígado y mejore las digestiones. Pero a mí no me gusta su sabor. Menos aún para comerlo el día de Navidad. Además, lleva tiempo en su limpieza y en su cocción. A mí, en fechas señaladas, lo que me apetece es una contundente sopa de pescado y un pedazo tirando a pequeño de paletilla de ternasco al horno con guarnición de patatas panadera, acompañado de una escarola con ajos picados y aderezada con sal, aceite de oliva y vinagre de Jerez. Y para beber, un rioja tinto de uva tempranillo que esté moderadamente frío. No hace falta que sea muy caro. No bebo cavas ni como turrones. Y de postre prefiero una pieza de fruta, a ser posible naranja, o una rodaja de piña.  Lo que me gusta, por encima de las comidas, son las sobremesas cuando los contertulios tienen sentido del humor, no levantan la voz y saben estar, al tiempo que saboreo una taza de café como le gustaba al príncipe Talleyrand, ministro de Exteriores de Bonaparte: “negro como el diablo, caliente como el infierno, puro como un ángel y suave como el amor”. Por supuesto, sin azúcar. Hay que ahorrar recursos.

No hay comentarios: