lunes, 16 de enero de 2017

Avanza enero





Hoy me entero de que el pelo de los osos polares es bruno aunque lo veamos blanco, como sucede con la nieve, que tampoco es blanca, y las nubes… Ya lo dijo Antonio Machado: “El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve”. Si esas cosas suceden en la Naturaleza, ¿qué habrá de cierto en el resto de las cosas que vemos pero no son como las vemos? Honorato Paracebe intentaba, a la hora del bocadillo, explicarle a su compañero de tajo, Acursio Ramírez de la Piscina, cosas que había leído en el libro “La pequeña industria al alcance de todos”. Lo de la nieve, que no es blanca, y los pelos del oso polar, tampoco, sólo eran comentarios que no venían a cuento pero que hacían pasar por el garganchón con más suavidad el piscolabis de pan con mortadela. José Poch Noguer, autor del libro, tenía soluciones mágicas para casi todo: brillantinas, dentífricos, licorería, cremas vainilladas, etcétera. También tenía una receta para el champú, que el libro denominaba como champoing, a base de alcohol de 90 grados, agua, jabón blando y carbonato potásico, en las debidas proporciones; y de un dentífrico a base de cochinilla de nopal, alumbre calcinado y esencia de menta. Acursio Ramírez de la Piscina prestaba mucha atención a lo que le contaba su compañero Honorato y todo lo apuntaba en una libretilla que guardaba en un bolsillo del mono de trabajo. Honorato frecuentaba los domingos por la mañana la cuesta de Moyano y casi siempre se hacía con algo de utilidad. Lo último, “Explosivos, pirotecnia, cerillas”, (precio: 1’50 en rústica. Bailly-Baillière, editor, Madrid). En el libro, entre sus precauciones estaba la de no fumar durante las manipulaciones. “La base de tales compuestos –señala el manual- es una mezcla parecida a la pólvora, que obra, según sus componentes, como detonante, como impulsiva simplemente, o causante de larga trayectoria”. Aquí, evidentemente, evito por seguridad la sencilla fórmula. Honorato tenía pensado hacer uso de la pirotecnia por él confeccionada durante la hoguera de san Antón, ya que ese santo varón conserva todavía poderes para sanar la peste, la lepra, la sarna, las erecciones violentas, las purgaciones de garabatillo, el ergotismo, también llamado culebrilla, y todas aquellas enfermedades que requieren el uso de lavativas alcanforadas.

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