viernes, 3 de febrero de 2017

Por san Blas...





La celebración de san Blas tiene lugar en media España y la imagen de ese santo forma parte del escudo de Dubrovnik. En Ateca, en la provincia de Zaragoza, sacan a la calle a la Máscara, personaje al estilo del Cipotegato de Tarazona, al que visten de bufón, con un blusón  con los colores de la bandera de Aragón,  gorro arlequín, cascabeles en las bocamangas, sable y una tapa de olla en la mano para protegerse, cuya pretensión consiste en subir  al cerro de san Blas, donde en el trayecto le esperan gran cantidad de vecinos que se afanan en poder robar los cascabeles, al tiempo que le “lapidan” con lanzamiento de frutas, generalmente manzanas, para procurar impedirle su ascensión. Una vez que la Máscara logra culminar su hazaña, se forma un círculo de personas a su alrededor y se entona por los presentes la canción El Puente de Alcolea, referido a la batalla del puente de Alcolea (Córdoba) en 1868, que enfrentó a militares sublevados contra la reina Isabel II y que supuso su exilió a Francia y la llegada del Sexenio Democrático. Dice la canción:

En el puente de Alcolea había un puchero roto, le pegaron un balazo y cayó del puente abajo. Al pasar el río, al pasar el río, a mi tío Antón le llegaba el agua, le llegaba el agua, hasta el calzón.

Todo ello sucede después de una misa en la iglesia de santa María. Más tarde se inicia una procesión hasta la ermita situada debajo del cerro. Allí la Máscara recita la siguiente copla:

Glorioso San Blas bendito que naciste en Tagaste y a esta villa de Ateca viniste a empadronarte. Unos me llaman cobarde, otros me van a matar; pero he de subir al cerro, por delante o por detrás.

Es en ese lugar donde los vecinos esperan la llagada de la Máscara, la Máscara emprenderá la subida hasta el cerro entre una lluvia de lanzamientos. En un momento dado, los ayudantes de la Máscara ordenan parar el linchamiento. Parece ser que, años atrás, en vez de manzanas lanzaban piedras. Al terminar la subida, los presentes vuelven a entonar la canción El puente de Alcolea y la Máscara vuelve a perseguir a todos los presentes hasta expulsarlos del cerro. Todos bajan de nuevo hasta la ermita y entonan la última copla al santo:

Glorioso San Blas bendito, he cumplido mi misión. Ahora vamos a la iglesia a cumplir con devoción.

Los vecinos, en procesión, regresan hasta la iglesia de santa María y allí se despide a la Máscara hasta el siguiente año.

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