martes, 7 de marzo de 2017

Sex doll




Escasea el trabajo, los robots suplen muchos puestos en las cadenas de montaje de automóviles y electrodomésticos, los ordenadores han quitado administrativos en las oficinas, los tractores ejecutan la labor de muchos braceros en el medio rural, etcétera. Ya no existe faena para todos y pretender reducir la tasa de desempleo por parte del Gobierno pronto resultará un vano intento. En España hemos ido más lejos todavía. Los empresarios contratan a dos trabajadores por el precio de uno, a ser posible como autónomos, por evitar  su  parte de aportación a la Seguridad Social  y quitarse de encima farragosos problemas laborales. Pero aquí, como en el circo, existe el más difícil todavía. Ahora resulta que las señoras que ejercen el oficio más antiguo del mundo, las prostitutas, están que trinan. Según leo en El Español, las prostitutas de Barcelona “critican que se les relegue a un objeto sin alma y envían mensajes a los clientes para concienciarles de las diferencias que hay entre ellas” y las muñecas hinchables. “Rechazan la idea de ser substituidas por las sex doll, como se les llama a estas muñecas, que esperan a sus clientes con la ropa que ellos quieren y en la posición que ellos han decidido, siempre que hayan efectuado la reserva. Todo, por un módico precio de 80 euros la hora; 150 euros la hora y media, y 170 euros las dos horas de servicio”. A mi entender módico no parece que sea el encuentro con la Barbie. Esta moda se ha importado de Estados Unidos y de la Europa con la que todos soñamos y a la que pertenecemos. Los de mi generación siempre esperábamos encontrar en un burdel, por encima de otras satisfacciones, a una mujer que nos  escuchase con atención y aliviase nuestra soledad. El resto era una vulgaridad. Y la generación de nuestros padres y abuelos, que vivían con menos prisa, esperaban su turno en la butaca de una sala de espera leyendo la Tercera de ABC. Lo de ahora es diferente. Con las sex doll siempre quedará el consuelo de que el cliente no será interrumpido en su monólogo, ni pillará ladillas ni purgaciones de garabatillo, y se ahorrará el Salvarsán y el suplemento de la hortera copa de Benjamín.

No hay comentarios: