martes, 11 de abril de 2017

Por aliviar el hambre





El CSIC asegura que la tortilla de patata se inventó en Badajoz por un tal Joseph de Tena  Godoy y Malfeyto y el marqués de Robledo en 1798, buscando un alimento nutritivo y barato que aliviara la hambruna que asolaba Europa. Se trataba de “unas tortitas” de una masa mixta masa que consistía en un 60% de patata y el resto de trigo; levadura y agua. Sin embargo, a día de hoy el documento más antiguo conocido donde se menciona la existencia de una  tortilla de patata data de 1817, en Navarra, según publicó el historiador José María Iribarren en la revista Príncipe de Viana en 1956. Tena Godoy describe así la reacción de su gente: “Yo no puedo ponderar a vuesas mercedes la admiración que causó a todos los que estaban presentes haber visto lo que crecía la masa en la sartén y el gusto y delicadeza que sacó después de frita. Todas las señoras votaron que de esta masa, particularmente si se mezclaba con huevo, se haría la más excelente fruta de sartén”. Ahora me entero de que la tortilla de patata contará en Villanueva de la Serena con un monumento. Mónica Calurano, concejala de Cultura, ha declarado a los medios que la escultura se emplazará en “un espacio abierto, emblemático y de gran tránsito de la ciudad”. A tal fin destinará el Ayuntamiento 17.000 euros. Aplaudo la idea, aunque el monumento debería hacerse en algún lugar de España, pongamos Madrid, en honor del excelso cocido. Sobre el cocido dijo Gregorio Marañón que durante la posguerra había salvado más vidas que la penicilina. Si lo dijo él, destacado médico endocrino, seguro que fue cierto.

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