sábado, 13 de mayo de 2017

Aún no existían las motos Harley-Davidson...





Hoy se cumple un siglo de las presuntas apariciones en Fátima de la Virgen a tres pastorcillos, a los que les comunicó tres mensajes proféticos de los de tocar madera. Con ocasión de ese centenario se encuentra en ese lugar el papa Francisco, que canonizará a dos de esos muchachos: Jacinta y Paquito. Todo apunta a que Lucía, la última en fallecer, será canonizada en un proceso separado. Yo estuve una vez en aquel “lugar mágico” aprovechando un viaje entre Lisboa y Oporto. Respeto la fe de los creyentes católicos, pero sólo encontré un extenso perímetro de complejos hosteleros donde en sus cercanías aparcaban muchos autocares de fervorosos de excursionistas. Muy cerca de ese lugar se encuentra Batalha, donde hay un importante monasterio, Santa María da Vitória, gótico tardío, fundado por Joäo I para agradecer el triunfo en la Batalla de Aljubarrota el 14 de agosto de 1385 contra las tropas del invasor Juan I de Castilla, que pretendía la absorción de Portugal, reino existía desde 1143, cuando se reconoció a Afonso Henriques como primer rey del nuevo Estado, rompiéndose así el vasallaje hasta entonces debido a Alfonso VII de Castilla. Pero aconteció que el 22 de octubre de 1383 falleció el rey Fernando I y hubo una crisis dinástica al no existir heredero varón. El trono correspondía por derecho a su hija Beatriz de Borgoña, casada con Juan I de Castilla, por lo que de heredar la corona portuguesa, el rey castellano se convertiría en rey de Portugal, lo que supondría la sumisión de Portugal a Castilla y la pérdida de su independencia. Según el Tratado de Salvaterra do Magos, el heredero del trono portugués debía ser el primogénito del matrimonio entre Juan I de Castilla y Beatriz de Borgoña, y la capital del Reino conjunto sería Toledo. Pero entonces resultó que los lisboetas proclamaron regente y gobernador al hermanastro de Fernando I,  Joäo, maestre de Avis. El rey castellano decidió entrar a la brava en Portugal en 1384 y cercar Lisboa. Fracasó. En abril de 1285 las Cortes de Coimbra proclamaron a Joäo, maestre de Avis, rey de Portugal. Juan I de Castilla volvió a invadir Portugal el 8 de junio de 1385 por la frontera de Salamanca con 40.000 soldados de leva. El resultado fue la batalla, donde el pánico se apodero de los soldados castellanos. El cobarde Juan I de Castilla, en vista de la situación que se le planteaba, tomó las de Villadiego cabalgando toda la noche hasta Santarém. El balance de esa “aventura” castellana fue la siguiente: en el campo de batalla murieron alrededor de mil soldados portugueses. Las bajas en las tropas castellanas  fueron de cuatro mil muertos y cinco mil prisioneros. En su cobarde huida, se calcula que murieron otros cinco mil castellanos. Castilla permaneció de luto durante los dos años siguientes. Con lo que se demostró que Castilla no estuvo a la altura de las circunstancias, que a Juan I, aragonés de nación, le mató su ambición y que quedó demostrado que no existe enemigo pequeño. Juan I de Castilla murió  a extramuros del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares el 9 de octubre de 1390 al caerse de un caballo que le habían regalado. Aún no existían las motos Harley-Davidson con gastos a cargo de Patrimonio. Eso llegó con los siglos.

No hay comentarios: