sábado, 27 de mayo de 2017

Lambán debería hacérselo mirar





Javier Lambán, sin mejor cosa que hacer en beneficio de Aragón, sigue los pasos de Marcelino Iglesias y ha conseguido que el Boletín Oficial de Aragón publique los estatutos de la futura Academia Aragonesa de la Lengua, ideada para velar por el correcto uso del aragonés y el catalán, que lo hablan cuatro gatos en la Franja y otros cuatro o cinco liliputienses mentales en la Alta Ribagorza en su modalidad de patués. Javier Lambán, que apostó por la socialista Susana Díaz para la Secretaría General del PSOE y aparecía en todas las fotos de portada en los medios junto a esa señora pícnica que pareciese que hablara con letra bastardilla (pese a que sólo consiguió apoyos en Andalucía, una de las regiones más deprimidas de España), nos va a señalar de ahora en adelante a los aragoneses cómo debemos expresarnos, si en catalán, patués, estadillano o vaya usted a saber de qué manera, ya que en cada valle pirenáico ese patués tiene matices diferentes. En ese sentido, leo hoy en El Mundo que “según los estatutos, los miembros de la Academia serán personas de reconocido prestigio en el ámbito de la filología, la literatura y la lingüística, preferentemente doctores, y nativos hablantes, que cuenten con una larga trayectoria en la práctica y el fomento de los valores lingüísticos y literarios propios de la comunidad aragonesa, y en la que estén representadas las lenguas y modalidades lingüísticas propias. Los cargos serán vitalicios y ninguno de sus miembros tendrá sueldo asignado, aunque sí recibirán las correspondientes dietas por reunirse al menos dos veces al año”. Y hoy, que he regresado de mis cortas vacaciones en Collado-Villalba, donde desde mis ventanas he podido contemplar la Sierra de Guadarrama en todo su esplendor; y también la cruz de Cuelgamuros a tiro de pistola, me ha venido a la cabeza aquello que decía Franco: “Dado lo vitalicio de mi Magistratura...”. A Lambán, licenciado en la Facultad de Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona, me gustaría decirle sólo una cosa: tonterías, las justas. Muchos ciudadanos estamos hartos de que en Aragón primen los fastos sobre la eficacia. Como sucede de igual modo en Andalucía, donde gobierna en el Palacio de San Telmo la Dulcinea de sus desvelos.

No hay comentarios: