jueves, 22 de junio de 2017

¿El prestigio de España, dice usted?




No llego a entender cómo Mariano Rajoy puede acusar a Pedro Sánchez de jugar con el prestigio de España por algo en lo que no están de acuerdo, o sea, la posición del secretario general del PSOE con respecto al tratado de libre comercio entre la UE y Canadá.  Martínez-Maillo va más lejos todavía y señala que “ahora hay dos Podemos: uno rojo y otro morado”. Bueno, menos mal. Ya sólo falta el color amarillo para que dibujemos  bandera legal de la Segunda República, eliminada de cuajo por un puñado de golpistas que hace ochenta y un años provocaron una guerra civil por la que  se alzaron con el santo y con la peana, donde se apropiaron de lo propio y de lo ajeno y donde crearon un régimen fascista posterior que duró cuatro décadas. ¿El prestigio de España, dice usted?  Se lo han cargado los políticos corruptos que afloran del charco de la indecencia un día sí y otro también. El prestigio de España se perdió el día que  Adolfo Suárez no quiso hacer un referéndum sobre la forma de Estado por temor a que los españoles nos inclinásemos por la República, prefiriendo que los españoles votásemos una Constitución, la del 68, donde quedase incluida dentro del “lote” la Monarquía Parlamentaria y que, en consecuencia, en España fuese rey el Borbón propuesto con anterioridad por Franco. El prestigio de España se perdió el día que Rajoy dejó de dotar con el dinero necesario para que se desenterrasen los esqueletos de ciudadanos que lucharon por la libertad y que continúan en las cunetas y barrancos. España, que se entere Rajoy, es el país con mayor número de desapariciones después de Camboya; es decir, más de 140.000 ciudadanos, según estimó Baltasar Garzón, entre la Guerra Civil y la posterior dictadura. Un grupo de trabajo de la ONU constató que la Ley de Memoria Histórica de 2007 tuvo un efecto muy escaso. Salvo algunas excepciones, como el Ayuntamiento de Málaga, que financió la exhumación de la fosa común de su cementerio, recuperando los restos de 2.800 personas, en el resto del país prácticamente ningún municipio dio permiso siquiera a las familias para hacerlo y ningún juzgado ordenó la apertura de fosas. Habría mucho que decir sobre el prestigio de España. Lo que está sucediendo en España es de vergüenza. Y la culpa no es de Pedro Sánchez, sino de los que se lo han llevado crudo y pretenden dar lecciones de dignidad.

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