domingo, 11 de junio de 2017

"Tonto, tonto..."




En su artículo “El desfile de la victoria” en Infolibre, José Miguel Monzón Navarro, más conocido como El Gran Wyoming,  escribe y describe a tumba abierta algo que todos sabemos, pero que nuestra patente cobardía hace que miremos para otro lado. Los medios domesticados, por otro lado, intenta hacer bueno lo que es a todas luces tóxico. Dice Monzón que la Transición sirvió para que los que  dictaban el crimen durante el largo franquismo nos “perdonasen la vida” y pasaran a tutelar la libertad. En efecto, hoy, los nietos de aquellos que propiciaron un golpe de Estado contra la República, ganaron una guerra civil y heredaron las instituciones intactas, se permiten el lujo de no dotar a la Ley de Memoria Histórica con un sólo euro. ¿Para qué iban a derogarla? El Gobierno presidido por Rajoy consideró que era mejor dejarla morir de inanición. No les importó que los esqueletos de los fusilados siguiesen en las cunetas y que sus descendientes pudieran, en la medida de lo posible, darles una digna sepultura. Digo más: el Partido Popular nunca manifestó indignación por cómo terminó aquella tragedia hace casi ochenta años. Sigue diciendo Monzón que “ahora [los del PP] se sienten perseguidos por el Estado que dicen representar. Mueven sobre la mesa a sus hombres como si fueran fichas de dominó y les hacen recuperar sus puestos de jueces o de fiscales, después de haber sido apartados de sus diferentes destinos por prevaricar y negarse a implantar el régimen de justicia para el que son nombrados. Sus jefes los amparan y, cual trileros de barrio, los recolocan allá donde creen que cumplirán el mejor servicio a su causa corrupta y decadente que sólo busca la impunidad del delincuente poderoso”. (...)  “Lejos de pedir perdón por el daño causado a los ciudadanos, por la pobreza generada, por la aniquilación de una generación a la que se ha privado de un proyecto de vida, a la que se hurtado el futuro, se presentan con arrogancia, desafiantes, en las comisiones en las que deberían dar explicaciones a los ciudadanos por sus execrables acciones”. Y la Conferencia Episcopal, mutis por el foro. Los purpurados se hacen los tontos y miran para otro lado. Como decimos los de Aragón: “Tonto, tonto, mierda, mierda...”.

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