Manuel Bohórquez
hacía referencia ayer en El Correo de
Andalucía a la artista Isabel Ramos
Moreno, conocida por Isabelita de
Jerez, fallecida en Zamora en 1942 y cuyos restos mortales se desean
trasladar ahora a su tierra natal. Señala Bohórquez: “José Ignacio Primo es quien descubrió la verdadera fecha de su
muerte y se ha encargado de pagar las tasas que nadie pagó durante medio
siglo”. Su muerte aconteció a las 8 de la tarde del 7 de junio de 1942 en la pensión Cuatro Naciones, que era donde
se hospedaba toda la compañía durante sus representaciones en el Teatro Nuevo. Cuentan los cronistas que
a pesar del suceso triste, la función de aquel día no se suspendió. Parece ser
que el motivo de su muerte fue una insuficiencia hepática. Aquel año, la compañía
de Pastora Imperio había estrenado
el espectáculo “El Amor Brujo, La Bodega, La Zapaterita y Rumbero
Gitano”.Después de haberse presentado con notable éxito en el madrileño Teatro Fontaba, la compañía inició una
gira por Valladolid y más tarde fue a Zamora donde, como se ha señalado,
falleció Isabel Ramos. Había nacido en Jerez en 1895, en el barrio de San
Miguel. Comenzó a cantar en 1914 junto a los guitarristas Pepe Crévola y Javier Molina.
Por aquellos años se la conocía como La
Jerezanita. Solía actuar en los cafés
cantantes sevillanos, tales como Kursaal
y Novedades. Durante los años 30 ya
tenía en su haber treinta placas de pizarra (discos de 78 r.p.m.) con el sello Odeón acompañada a la guitarra por Manolo de Badajoz. En 1930 La Jerezanita participó
como artista en la fiesta flamenca que organizó Juan Pedro Domecq en su finca jerezana de El Majuelo con ocasión del segundo centenario de sus afamadas
bodegas. Actuaron, entre otros, el marido de La Jerezanita, Pepe Durán, conocido como El Tordo, su hija Rosa Durán, el guitarrista Perico
el del Lunar, etcétera. Sobre las
cuatro de la madrugada se incorporó a la fiesta flamenca Manuel Torre. Tras pasar algún tiempo
en un café cantante de Valdepeñas con Antonio
Chacón y Manuel Torre, se instaló en Madrid junto a su familia. También ese
año, Isabelita de Jerez comparte cartel con Manuel Centeno en el Cine
Alcázar, poniendo sus voces a las saetas de la película “Fútbol, amor y toros”. A partir de 1934
ya actúa en la compañía de Pastora Imperio, donde cantaba acompañada a la
guitarra de Ramón Montoya. En mayo, la compañía de Pastora Imperio hace unas
giras por la costa mediterránea. Ya en plena Guerra Civil, regresan al
madrileño Teatro Alkázar junto a Caracol (padre), Niño Caracol, Manolo el de
Badajoz, Perico el del Lunar y José
Ortega. En 1938 vuelve a pertenecer al grupo de Pastora Imperio en el
madrileño Teatro Variedades con el
cuadro flamenco “Canasteros de Triana”, donde actúan, además de Isabelita de Jerez,
Caracol (padre), La Niña
de los Peines y Rosa Durán. Durante los años 1940 y 1941, Isabelita de
Jerez actúa poco en los escenarios por enfermedad, aunque seguía perteneciendo
al elenco de Pastora Impero. Más tarde, en 1942, es cuando llega, como contaba
al principio, la gira por tierras de Castilla
y su muerte en Zamora.
jueves, 31 de agosto de 2017
miércoles, 30 de agosto de 2017
La Dama y la hormiga
Nadie se explica cómo pudo entrar una hormiga voladora en el
busto de la Dama de
Elche, que permanece en una cabina hermética. La descubrió un visitante
durante un recorrido por el Museo
Arqueológico Nacional. Pero no hay problema. El busto de la Dama
está compuesto de manera íntegra por piedra caliza, un material inorgánico
inalterable por los insectos. Ya respiro más tranquilo. No encuentro razón, por
otro lado, para que esa mínima historia pueda llegar a ser trending topic, como así ha sucedido. Pero nadie, al menos que yo sepa, se ha
preocupado en conocer cómo se encontraba la hormiga, si deshidratada, sin
fuerzas por carencia de comida, estresada por no encontrar la salida... La Dama de Elche, escultura ibérica que
representa para algunos la mujer más
bella del mundo, se encontró en La Alcudia cuando ya había
perdido toda su policromía. Parece ser que un muchacho de 14 años, Manuel Campello Esclápez, aprovechó el descanso de unos jornaleros para
usar un azadón como divertimento y dio con algo duro el miércoles 4 de agosto
de 1897. La extrajo del campo de labor pensando que se trataba de una piedra.
Aquella finca con árboles frutales
pertenecía a su padre, el médico Manuel
Campello Antón. Óscar Calvé, en
el diario Las Provincias (04/08/17)
señalaba que inicialmente era conocida como Reina
Mora, adquirida sólo dos semanas más tarde por el arqueólogo francés Pierre
París llamado ex professo por el
entonces cronista municipal Pedro Ibarra,
por la que pagó el 18 de agosto de aquel año 5.200 pesetas de la época, que era
el precio de un kilo de oro. Pierre París llevó el busto a Alicante y lo
embarcó a Marsella, pero su destino era el Louvre.
En ese museo estuvo hasta 1939. Por temor a la invasión nazi, fue trasladada al
castillo de Montaubán (ciudad donde murió y está enterrado Manuel Azaña) y allí permaneció oculta durante dos años. Regresó a
España en 1941. El lote estaba compuesto, además de la Dama de Elche, por otras esculturas
antiguas, una pintura de Murillo,
otra de El Greco, unos tapices de Goya y unos dibujos de Houel. Lo que nunca supe es qué se
entregó a Francia como contrapartida. La Dama de Elche fue a parar al Museo del Prado y allí permaneció
durante treinta años. En 1958 visitó el Museo
del Prado Manuel Campello Esclápez. Tenía por entonces 75 años. Señaló a los presentes que “tenía menos color la Dama que cuando él la encontró”. En 1971
pasó definitivamente al Museo
Arqueológico Nacional. La estatua tiene un peso de 65 kilos y mide 56 centímetros. En
los restos de su policromía se intuyen tonos rojos, rosas, azules, amarillos y
algo de dorado. En la parte posterior posee un orificio que parece destinado a
contener cenizas mortuorias. Pero la hormiga, ¿qué fue de la hormiga? ¿Por qué
sitio de la vitrina entró? Deberían disecarla y colocarla en lugar próximo a la
Dama. Una
hormiga voladora rocambolesca que llega a ser trending
topic por haber acariciado y besado el rostro de la Dama
bien merece tal honor. O, al menos, a mí así me lo parece.
martes, 29 de agosto de 2017
Cada cosa a su tiempo
Aunque sea por una vez, estoy de acuerdo con el grupo del PP
en el Ayuntamiento de Zaragoza por criticar el inicio el próximo lunes la “operación
asfalto”. El alcalde Santisteve tuvo
las noches de los meses de julio y agosto, como se llevaba haciendo hasta
ahora, para acometer el arreglo de
calzadas. Pero no, esperó a que se le secase la gomina sobre el tupé y a que llegase septiembre, con autocares de niños
camino de los colegios y los ciudadanos camino del tajo diario en lejanos
polígonos industriales, para formar el bochinche padre. Menos mal que 300.000
euros de presupuesto municipal para esos menesteres darán para poco, o sea, para cuatro parches. El edil
del PP, Pedro Navarro ha señalado a
este respecto: “Es lamentable el estado de calles no solo en la Zaragoza tradicional,
como la avenida de Navarra, la avenida de Valencia o el paseo de Pamplona, sino
también en barrios de nuevo desarrollo como el paseo de los Olvidados, de
Valdespartera”. Hombre, digo yo que por algo se llama el paseo de los
Olvidados. Zaragoza es una ciudad muy sucia, muy ruidosa, con excesivos
semáforos y, lo que es peor, con gran cantidad de adefesios urbanos de principios de los 90, herencia
del desastroso alcalde socialista Antonio González
Triviño. Alguien dirá que no se llevó a cabo antes la "operación asfalto" por carecer de presupuesto municipal para tal menester. Puede ser, pero tal circunstancia no justifica la desidia existente en la quinta ciudad de España. Para cobrar el abultado IBI están más atentos.
lunes, 28 de agosto de 2017
Balborraz
Odres y Los Odres
Hace 23 años
escribí cuarenta y nueve artículos de opinión en Diario de Teruel, a razón de uno por semana. Todo terminó cuando al
entonces director, Carlos Hernández,
no le gustó mi trabajo número 50, en el que refería una versión personal,
quizás despiadada, sobre los Amantes de
Teruel. Ahí quedó la cosa. Preferí dejar de colaborar si no se entendía mi
ironía. Y entre aquellos artículos hubo uno, “Artesanos” (jueves, 24/11/94), donde hacía referencia a un
excelente trabajo de investigación de María
Elisa Sánchez Sanz que había sido publicado en la revista Turia. (números 21-22 y 24-25). Pues
bien, de entre todos aquellos oficios perdidos a los que hacía referencia
Sánchez, había uno, el de los sombrereros que confeccionaban los famosos sombreros
de Tronchón a partir de pieles de conejo; y otro, el de los odreros. Para la
confección de odres o pellejos (del lat. uter, utris) era necesario seleccionar la piel
de cabra, frotarla con cal, quitarle el pelo, darle la vuelta, coser las
aberturas de cabeza, rabo y patas con hilo de cáñamo, insuflarle aire, curtirla
con ceniza de pino y encina e impermeabilizarla con pez, salvo los odres que
fuesen a contener aceite, aguardiente o mosto. Existe una parábola del vino
nuevo en odres viejos (Mateo 9:
14-17). Venía a decir que nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque
revientan. Calvino, en cambio, en
unos comentarios señaló que los odres viejos y el vestido viejo representaban a
todos los discípulos de Jesús,
mientras que el vino nuevo y el trozo de tela nuevo representan la práctica de
ayunar dos veces a la semana, y fue rotundo al entender que ayunar de esta
manera sería pesado para los nuevos discípulos. (Calvin's
Commentary XVI. 1981. p. 408.). De la misma
manera que los odres se fabricaban las botas. Los Odres, por otro lado, es una
pequeña aldea cercana a Moratalla (Murcia) y ambos municipios forman pedanía de Cañada de la Cruz, incluida en el partido
judicial de Caravaca.
domingo, 27 de agosto de 2017
Islero y el "Proyecto Islero"
Muchos recuerdan que mañana hará 70 años que Islero metió su cuerno en la ingle
derecha de Manolete con las
consecuencias por todos conocidas. “La cornada fue seca, se lo llevó hacia
arriba, le dio la vuelta y lo tiró al suelo”, según contaba L. Cano en las páginas de ABC. Pero a Manolete no le mató Islero
sino una transfusión de sangre noruega. Aquel plasma liofilizado había sido
cedido a España por el Gobierno noruego para los miles de heridos de la
explosión de un polvorín de la
Armada en Cádiz, que había dejado 151 muertos, más de 5.000
heridos y 2.000 casas dañadas a las diez menos cuarto de la noche del lunes 18
de agosto de aquel año. Nadie se pregunta 70 años más tarde cómo terminó aquel
toro entrepelado y bragado de Eduardo
Miura, quinto de la tarde. Es posible que de un puntillazo. Islero le había correspondido a Gitanillo de Triana pero Manolete se lo
cambió por motivos que desconozco. Y por si lo sucedido en Cádiz era poca cosa,
el “Proyecto
Islero” fue la idea que Franco
llevaba en su cabeza de fabricar una bomba de plutonio, que encargó a un físico
militar del Ejército del Aire, Guillermo
Velarde. De hecho, la víspera del atentado en el que murió Carrero Blanco, éste se reunió en
Madrid con Henry Kissinger,
secretario de Estado norteamericano, con la idea de presionarle para que
firmase un nuevo tratado de colaboración con España que incluyese sus
quijotescas peticiones. Y en aquella reunión llevaba Carrero dos folios con el
resumen del “Proyecto Islero”, donde
se señalaba que España podía fabricar bombas atómicas. Pero Carrero saltó por
los aires al día siguiente de ese encuentro hasta una azotea de los Jesuitas,
en la madrileña calle Claudio Coello, por obra y gracia de un comando de ETA.
Sin embargo, ni su asesinato ni la muerte del Franco, acaecida dos años más
tarde, supusieron el fin del “Proyecto
Islero”. Según relata Velarde en un libro, “a los pocos días del atentado,
con Carlos Arias Navarro como nuevo
presidente del Gobierno, recibió la noticia de que se iba a avanzar con el
objetivo de disponer de un pequeño arsenal de bombas atómicas para el final de
la década”. Fue en 1987, ya con los socialistas en el poder, cuando se firmó el
Tratado de No Proliferación de Armas
Nucleares como parte del acuerdo para la integración de España en la CEE.
Excusatio non petita...
Ayer en Barcelona, al rey le habían colocado dos niñas, una
a cada lado, a modo de monaguillos silentes a las que sólo les faltaba portar
la palmatoria con la vela y el platillo. Era la excusa perfecta para que el jefe del Estado no se hiciera la
foto codo con codo con Puigdemont.
Había que guardar las distancias en tiempos de tribulación. Cuenta Sánchez Dragó en La Razon
que “la ciudadanía hace lo de siempre: obedecer consignas y balar mientras
deposita en el escenario del suceso exvotos de película de Walt Disney.
Doble mentira: la democracia, por sí sola, nos dicen, es más fuerte que el
terrorismo (como en los siglos de la Reconquista creían los cristianos que lo era Santiago
Matamoros) y democráticas en su fuero interno son las mayorías
silenciosas del islam. ¡Y tan silenciosas! Sólo cuatro gatos teledirigidos rechistan
en aras del disimulo”. El eslogan “No tenemos miedo” - también lo aclara
Sánchez Dragó- fue durante todo el recorrido por el Paseo de Gracia la excusatio non petita. Y ya lo saben: Excusatio
non petita, accusatio
manifesta. Los aforismos jurídicos a veces dan en el chiste. El miedo, utilizado
en muchas ocasiones por los grandes poderes, incluidas las religiones
monoteístas, para controlar a las masas, o para moldear a las poblaciones a su
antojo, también culpable de guerras e incultura, lo tenemos todos.
Se inventaron dioses vengativos y situaciones de pánico para poder controlar a
masas analfabetas y alienadas, capaces de creer en los mayores disparates, incluso que un burro vuela, por tener la
fiesta en paz. Lo importante es balar, no salirse del rebaño ni tener miedo al
lobo. Ayer estuvo todo controlado y perfectamente señalizado. Hubo una cabecera
portando una pancarta, seguida de un
puñado de ciudadanos con banderas diversas; después, un “cortafuegos” de
seguridad; y detrás de ello, el rey entre dos niñas muy raras, a las que
parecía que se les hubiese aparecido la Virgen
diez minutos antes; y Rajoy con cara de
gárgola de catedral, a su derecha; y Puigdemont, sereno, a su izquierda; sin
dirigirse la palabra ninguno de los tres. Y allá fueron, paseo abajo, hasta la Plaza de Cataluña, para
terminar escuchando unos versos del autor de “La herida luminosa”, José
María de Sagarra, seguido de una interpretación de “El cant dels ocells” en boca de Rosa María Sardá, seguido de una interpretación de “El cant dels ocells” (villancico de
autor desconocido, pero que muchos sansirolés
atribuyen a Pau Casals). Y mientras todos ellos, conversos e
inicuos, caminaban Paseo de Gracia abajo, me vino a la memoria “La canción del pirata”, de Espronceda: “Asia a un lado, al otro Europa, / y allá a su frente Estambul; / navega
velero mío / sin temor, / que ni enemigo navío, / ni tormenta, ni bonanza, / tu
rumbo a torcer alcanza, / ni a sujetar tu valor”.
sábado, 26 de agosto de 2017
Trincado por el ronzal
En una reciente entrevista televisiva, la pucelana Concha Velasco manifestó: “Quiero un
hombre que sea impotente y millonario”. Hombre, eso me recuerda aquel dicho de
la gallega: “dinero acá, indiano allá”. Me pregunta usted, señorita, por qué
razón siempre pido un “Jack Daniel’s”
cuando me acerco a la barra de este bar y por qué demonios siempre echo una
moneda en la ranura de la sinfonola para escuchar “Verde, que te quiero verde” en la voz de Manzanita. Pues no se me ocurre otra cosa que responderle que lo hago por inercia, por rutina..., pero que si a usted no le
parece bien, mañana puedo pedir una orangina.
Lo que ya no podré, señorita, es seleccionar Pavane pour une infante défunte. Me
consta que no está Ravel entre las
tripas de la máquina. Llega un momento en el ombligo de la noche en el que
mejor se está callado, pero es comprensible que la señorita de la barra cuyo
nombre desconozco desee darme conversación y procurar que le invite al
descorche de una botellita de Benjamin,
como las que existen en los pequeños frigoríficos de las habitaciones de los
hoteles. En una esquina del bar hay una pianola y una estantería con rollos
dentro de alargadas cajitas de cartón. Me refiere usted, señorita, que la
pianola lleva mucho tiempo silente y que es probable que al fuelle se le escape
el aire y que esté estropeada la palanquilla del ralentí. A ello le respondo
que la palanquilla del ralentí es fundamental, sobre todo cuando se interpretan
las Czardas, de Vittorio
Monti. Es comprensible que para cuatro minutos y medio que dura la pieza no
traiga cuenta buscar un afinador de pianos. Los colores morados de la noche se
van difuminando y salgo de aquel guariche dispuesto a meterme dentro del sobre
de las sábanas de la cama. Y camino despacio por una estrecha acera acompañado
del monótono latir del silencio y trincado por el ronzal del aburrimiento y de
una tenue melancolía.
La "alianza inquebrantable"
Al referirse a lo sucedido en Barcelona, Francesc de Carreras, en El País, viene a señalar que casi nadie
sabe que el número de atentados yihadistas es infinitamente mayor fuera de
Europa, y que “en el pasado mes de julio se han producido en el mundo 154
ataques terroristas de signo yihadista que han provocado 744 muertos, la
mayoría en países musulmanes, sólo uno en Europa”. Añade De Carreras que no se
trata de una guerra entre el Islam y la Cristiandad, que la raíz hay que encontrarla en
causas económicas, políticas y sociales. “Deberíamos repasar –señala De
Carreras- hechos históricos recientes: la ayuda de EE UU a la guerrilla, de la
que formaba parte Ben Laden, que
luchaba contra el gobierno prosoviético de Afganistán en 1979; la invasión de
Irak en 1992 tras la ocupación de Kuwait por parte de Sadam Hussein; los semanales bombardeos de este país por las tropas
occidentales comandadas por EE UU en época de Clinton; la guerra de Bush
(y Blair y Aznar) en 2003; el apoyo a la oposición a Bashar al-Asad en Siria, provocando una guerra que, de hecho, apoya
al yihadismo; la despreocupación por la formación del Daesh, el llamado Estado Islámico, principal fuente del actual
terrorismo. Deberíamos analizar el papel del petróleo en todo ello, quién
fabrica el armamento, la alianza inquebrantable de Occidente con Arabia Saudí,
el país que más apoyo ha suministrado desde siempre a los fundamentalistas
islámicos”. Y en eso de la “alianza
inquebrantable”, a mi entender, ha tenido y tiene mucho que ver la Corona en España.
viernes, 25 de agosto de 2017
No he de callar, por más que con el dedo...
Gonzalo Bareño en
La Voz de
Galicia (07/02/17) contaba lo siguiente: “En agosto del año 1954, el
escritor catalán Josep Pla visitó la
ciudad de Nueva York. Recién llegado a la gran urbe, sus anfitriones quisieron
mostrarle el esplendor de la megalópolis con un paseo nocturno por las enormes
avenidas. Pla quedó fascinado por la iluminación resplandeciente de los
rascacielos y el fulgor parpadeante de las luces de neón. Pero, tras unos
segundos de recogimiento ante el espectáculo, retomó su trabajada pose de
ingenuo payés para desarmar a sus orgullosos amigos con una sola pregunta: «Y
todo esto, ¿quién lo paga?». Ello viene a cuento con los tres aviones que el Gobierno fletará
para trasladar a los diversos políticos a la manifestación de mañana en
Barcelona. Moncloa ha fletado un Airbus
de la Fuerza Aérea
Española en el que viajará Soraya Sáenz de Santamaría,
acompañada por el Gobierno casi al completo y los políticos que acudan al acto,
entre ellos José Luis Rodríguez Zapatero; Mª Teresa Fernández de la Vega; Ana Pastor, Pío García-Escudero, Cristina Cifuentes; y los
presidentes de Castilla y León, Juan
Vicente Herrera, de Canarias, Fernando
Clavijo; de Murcia, Fernando López
Miras; y de Ceuta, Juan Jesús Vivas.
También, Rafael Hernando, Fernando Martínez-Maillo y el actual
comisario europeo de Acción por el Clima Miguel
Arias Cañete. El rey viajará en otro avión y Mariano Rajoy utilizará el Falcon de Presidencia por motivos de
seguridad. Todos ellos irán directamente a la Delegación de Gobierno,
donde estarán para recibirles Iñigo de la Serna y Dolors Montserrat. Parece que estará
ausente Cristóbal Montoro y existen
dudas sobre la asistencia a acto de Álvaro
Nadal. De igual manera, se espera la asistencia de Miguel
Ángel Revilla, Alberto Núñez Feijóo,
Emiliano García-Page, el presidente
de la CEOE, Juan Rosell, los líderes de UGT y
Comisiones Obreras, José María Álvarez
y Unai Sordo, respectivamente, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo
Iglesias, que acudirá por sus medios, cosa que se agradece. Serán
conducidos en autobuses desde la
Delegación del Gobierno hasta el núcleo de la manifestación,
para recorrer todos juntos en unión el Paseo de Gracia hasta la Plaza de Cataluña. Todos
querrán salir en la foto y quedar bonitos para la posteridad. ¿Quién paga todo
esto? ¿Se cantará Els Segadors al finalizar el acto? ¿Dónde colocarán a Felipe VI? Y después de la
manifestación, qué. Dice José Luis
González Quirón en Vozpópuli que “toda esta urdimbre,
específicamente bélica [provocada por Dáesh, acrónimo en árabe del Estado
Islámico] es lo que queremos negar cuando nos refugiamos en interpretaciones
lenitivas, en absurdas proclamas de valor cívico, en toda una serie de
actitudes escapistas que, allá en el fondo, se apoyan en un egoísmo feroz, en
la gozosa certeza de que el impacto del terror nos ha afectado de manera
sumamente relativa, lejana, como si se tratase de un cuento de miedo, de una
pesadilla funesta de la que podemos desembarazarnos con toda facilidad al
despertar de nuevo a la normalidad”. Insisto: y todo esto ¿quién lo paga?
Comprendo que el imparable “tic tac”
que avisa de que el 1 de octubre está a la vuelta de la esquina les pone
nerviosos y que Rajoy no sabe cómo resolver la papeleta (salvo si aplica el
artículo 155 de la
Constitución, a todas luces contraproducente). Supone don Tancredo, y supone mal, que
exhibiendo en Barcelona mañana todo su poderío en una “gran parada civil” hará
recapacitar a Puigdemont en sus
deseos secesionistas. Lo malo es que ese poderío popular con desfile de tanques
de cartón-piedra no asusta ya ni a al tonto del paseo, del Paseo de Gracia,
quiero decir. Y los catalanes lo saben y se esconden para reírse. En España,
por desgracia, donde las apariencias alcanzan jerarquía de realidad, son
mayores los fastos que la eficacia. Y así nos luce el pelo.
El rey, mal aconsejado
Estoy de acuerdo con el editorial de El Español. El jefe del Estado no debe ponerse detrás de una pancarta ni debe
ser utilizado por el Gobierno, que pondrá un avión a disposición de los
políticos de turno para desplazarse a Barcelona, de la misma manera que el
Movimiento Nacional pagaba los autocares y los bocadillos de tortilla de patata
a la gente de los pueblos hasta Madrid, ida y vuelta, para que pudiesen
extender pancartas y vitorear a Franco
en la Plaza de
Oriente. Y El Español pone un ejemplo:
“En 2015 el rey Abdalá de Jordania y
su esposa Rania se manifestaron en
París junto a los principales líderes europeos en memoria de las víctimas del
terrorismo. Pero habría sido impensable que lo hicieran en Amán. Nadie
imaginaría a la reina de Inglaterra encabezando una marcha”. Y el periódico
digital es rotundo en su exposición: “Si el sábado Felipe VI se manifiesta en Barcelona creará un precedente: tendrá
que hacerlo también cada vez que se produzcan atentados similares. Y si no lo
hace, generará agravios difíciles de justificar”. (...) “Felipe VI ha sido
mal aconsejado, quizás en aras de una popularidad fácil. Pero si
acaba yendo a la manifestación de Barcelona diluirá su singularidad en la calle
y se apartará de la propia naturaleza de la institución que encarna”.
jueves, 24 de agosto de 2017
Soledad
La Ley de Dependencia, que ya cuenta con una
década de vida, fue puesta operativa por el Gobierno de Aragón hace un año.
¡Qué vergüenza! Parece ser que la mayoría de los beneficiarios de ese servicio
asistencial lo utiliza buscando conversación. Hay demasiadas personas ancianas
que se encuentran muy solas; y cualquier motivo, por nimio que sea, les ayuda a
encontrar compañía aunque sólo sea por un rato a través del hilo telefónico. La
soledad es una de las situaciones más crueles que el ser humano puede afrontar.
Los ancianos saben que son como de cristal, que nadie les hace caso, que no son
visibles por su transparencia, que no interesan, y se sienten como un estorbo.
Sin embargo se les utiliza sin empacho por parte de la familia para que firmen
un aval, para que cuiden a los nietos, para que ayuden a una extensa prole
cuando los padres se quedan sin trabajo... ¡Qué sería de España sin los
abuelos! Y cuando fallecen, todos ellos se tiran encima de sus despojos por si
existiere algo que rascar: un piso, una finca en un páramo, una pequeña libreta
de ahorros donde está depositado el sudor de toda una vida, etcétera. Nadie
quiere quedarse con sus fotos que viran al color sepia, ni con unos muebles
obsoletos, ni con los veinte libros de su estantería, casi todos ellos en
ediciones de bolsillo, que el anciano tanto releía las frías tardes de
invierno. ¿A quién interesa las Nuevas
Castellanas, de Gabriel y Galán;
Las grandes ideas, de Juan de la Presa; Mireya,
de Federico Mistral; Perfiles y colores, de Fernando Martínez Pedrosa; Aritmética razonada, de José Dalmau Carles; o Pepita Jiménez, de Juan Valera? Decía Eduard
Punset que “la soledad sorprende a la víctima indefensa y totalmente
desacostumbrada. ¿Puede alguien imaginar lo que implica ser prisionero para
toda la vida? Los sueños se transforman en pesadillas y se descomponen los
castillos que solo la imaginación sustentaba; solamente puedes imaginar
fantasías y al final aborreces la realidad y prefieres vivir en el reducto
contorsionado de un rincón que no es real. Se rechazan las leyes que rigen la
vida ordinaria y se aceptan solo aquellas que determinan la vida aparte del
resto. Pero en tu pequeño mundo no caben ni la luz ni las sombras; solo hay la
oscuridad necesaria para vivir en un mundo traspuesto y fingido”. Es, supongo,
como la soledad de los perros abandonados en la carretera.
miércoles, 23 de agosto de 2017
"El Niño del Museo"
El periodista Ignacio
Ruiz Quintano, en el blog “Salmonetes
ya no nos quedan” escribía el miércoles, 30 de octubre de 2013, sobre “El Niño del Museo”. E incluía un
chiste de Gila en Hermano Lobo donde aparecían dos
personas contemplando una sepultura. Uno de ellos le decía al otro: “Le hemos
escrito el epitafio al revés para que él desde dentro lo lea al derecho”. Y
añadió debajo del chiste un pedazo del artículo de Antonio Díaz Cañabate que apareció en ABC el 20/10/70, donde
escribía: “Al “Niño del Museo” fue al primero que vi ponerse de espaldas para
citar al toro, pero no como los toreros cómicos de ahora, que lo hacen de
perfil y con la cabeza vuelta con disimulo para ver al toro. ‘El Niño del
Museo’, no. Se ponía completamente de espaldas a distancia. Movía la muleta. Y
me explicaba: ‘Mire usted, don Antonio,
yo le llamo el pase del elijan. El toro puede elegir al arrancarse, la muleta o
mi cuerpo. Yo no me muevo. Si elige el cuerpo, mala suerte’. La tuvo siempre.
Jamás presencié un pase del elijan en el que el toro optara por la muleta. ‘El
Niño del Museo’ era rubio y no desgarbada su figura. Es imposible describir su
toreo en serio, que se trocaba, a su pesar, en cómico. Era patético y al mismo
tiempo risible. Era sencilla, naturalmente genial. Ni el mejor de los toreros
cómicos de ahora le llega a la suela de las zapatillas”.
martes, 22 de agosto de 2017
A propósito del monumento al "crucero Baleares"
Hace pocas fechas escribía sobre las dos tragedias del vapor
“Cabo Machichaco” ocurridas en la
bahía de Santander: la primera, el 3 de noviembre de 1893, al estallar dos bodegas de proa;
y la segunda, el 21 de marzo de 1894, al intentarse rescatar parte de la dinamita que
todavía contenía en su interior. Pues bien, también comenté que en su triste
recuerdo existe un monumento en el lugar aproximado de la explosión, obra del
escultor ovetense Cipriano Folgueras.
Ello viene a cuento con la pretendida demolición del monumento erigido en 1947
en recuerdo de los tripulantes fallecidos en el crucero “Baleares”, torpedeado
y hundido el 6 de marzo de 1938 cerca de la isla de Formentera. Fallecieron 788
marineros incluido el almirante Vierna.
Aquello fue un acto de guerra y como consecuencia de un ataque de varios
destructores. Un crucero, por cierto, en el que pretendió enrolarse Juan de Borbón sin éxito al impedirlo Franco. Sobre ese desastre marino se
hizo una película, “El crucero Baleares”,
dirigida por Enrique del Campo, con
guión de Antonio Guzmán Merino, al
más puro estilo franquista. La película, con un metraje de de 85 minutos, fue
exhibida en pase privado el 10 de abril de 1941 en el Ministerio de Marina. Las
autoridades franquistas ordenaron su posterior destrucción y no se llegó a estrenar comercialmente, pese a su anuncio
para el 12 de abril de 1941 en el madrileño
Cine Avenida. Juan Antonio Martínez-Bretón señala al
respecto: “El guión aprobado se estructuró en dos partes. La primera,
denominada ‘El martirio’, dedicada a
la zona republicana, y la otra, ‘La Gloria’, centrada en la
zona rebelde. Dentro del más puro estilo de utilización propagandística, en ‘El
Martirio’ la marinería republicana es mostrada de forma grosera, y sus cabecillas,
cuyos motes responden a ‘el Rubio’,
‘el Responsable’ y ‘el Gorila’, son la perfecta
representación de la ruindad humana y responsables de la insubordinación e
insurrección contra los mandos del crucero ‘Miguel
de Cervantes’. Tras un juicio sumario, los oficiales refractarios a la
causa revolucionaria son arrojados al mar, mientras que los altos mandos son
ejecutados. Sin embargo, la segunda parte, ‘La Gloria’, refleja la
gallardía de los hombres de bien. Fieles soldados de la patria al servicio de
la causa nacional, que se divierten y que disputan con honor los favores de las
mujeres. Finalmente, el crucero ‘Baleares’
es alcanzado por un torpedo ‘rojo’. Y, según el argumento oficial recogido por Fernández Cuenca, ‘bajo las primeras
luces del día, los marinos, formados en cubierta y con las gorras en alto,
cantan el Cara al sol; el 'Baleares' y sus hombres desaparecen
bajo las aguas”. Ahora, las
actuales mayorías de izquierdas que gobiernan en el Ayuntamiento de Palma, y
también en el Consell de Mallorca, llevan meses abogando por la inmediata
demolición de esa estatua, al considerarla un memorial fascista. Y así debería ser, de conformidad con la Ley de Memoria Histórica. Muertos de la Guerra Civil hay diseminados
por todas las cunetas y campos de la España.
Pero el Gobierno que
preside Rajoy ni dota de los medios
económicos necesarios para el cumplimiento de la Ley 52/2007 de 26 de Diciembre, ni condena el golpe de Estado de
1936 ni los crímenes del franquismo. Con esos mimbres no se puede hacer un buen cesto.
lunes, 21 de agosto de 2017
Sostiene Santiago Martín
El párroco de Nuestra
Señora de los Ángeles, en Madrid, Santiago
Martín, sostiene que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, “tiene una parte de la culpa de los sucesos en
Barcelona” por no situar bolardos en la entrada de las Ramblas. A mi entender,
está cometiendo un delito de injurias injustificable. No se deben hacer tales
afirmaciones, menos aún en su homilía del pasado domingo, con la intención de
crear un falso estado de opinión entre los feligreses de esa parroquia. De la
misma manera, señaló que “están muy bien los agnósticos minutos de silencio y
rezar, pero hay que hacer algo más. ¿Por ejemplo? Es cierto que el Gobierno,
tras los sucesos de Niza, mandó cartas a los ayuntamientos pidiendo que se
pusieran bolardos en las principales arterias de las ciudades. Pero también es
cierto que un alcalde, en este caso la
alcaldesa de Barcelona, puede obrar con otro criterio, sabedora de que poner
bolardos interrumpiendo la circulación también impediría una rápida actuación
de ambulancias y bomberos. Ese párroco, por aquello de ir por atún y ver al
duque, aprovechó la homilía para señalar que “cosa parecida podría suceder en
la madrileña Puerta del Sol, al estar abarrotada de gente”. Que casualidad que Santiago
Martín sólo haga referencia a Madrid y Barcelona, con ayuntamientos gobernados
por la izquierda. “Si yo fuera abogado de las víctimas –dijo el párroco en su
desacertada perorata- estaría planteando una denuncia contra el Ayuntamiento de
Barcelona por cooperación”. Santiago Martín, como cualquier ciudadano, puede
presentar las denuncias que estime convenientes en el juzgado de guardia más
próximo. ¿Por qué no lo hace? ¿Qué teme? Los “agnósticos minutos de silencio”
–como el los llama—sirven para que durante sesenta minutos algunos irresponsables
dejen de decir tonterías, como las que dice Santiago Martín desde el altar
mayor de su parroquia. Para algunos curas, el “introibo ad altare dei” sólo sirve para intentar apagar un
incendio con gasolina. A Santiago Martín se le ha olvidado citar en su homilía
para asustar a sietemesinos que Santiago de Compostela, La Coruña, Ferrol, Zaragoza y
Cádiz, son todos ellos ayuntamientos democráticos gobernados por movimientos
sociales asociados a Podemos. El ecónomo Santiago Martín me recuerda al rancio José Guerra Campos, obispo de Cuenca
desde 1973 y uno de los 59 procuradores que el 18 de noviembre de 1976 en las Cortes
Españolas votaron en contra de la Ley para la Reforma Política
que derogaba los Principios Fundamentales
del Movimiento. Un obispo, digo, que siendo auxiliar de Madrid-Alcalá
participó en las sesiones del Concilio
Vaticano II, con intervención especial sobre el ateismo marxista en la
constitución pastoral Gaudium et spes.
A Santiago Martín le recomendaría que buscase en las hemerotecas un artículo de
Santiago Carrillo titulado “O la libertad o el búnker”. Pero no voy
a seguir escribiendo de ese párroco madrileño que confunde el culo con las
témporas. No trae cuenta.
domingo, 20 de agosto de 2017
España, de luto
A mi entender, llenar las calles y plazas públicas de
bolardos y pesados maceteros de hierro fundido en evitación de posibles ataques
terroristas conduciendo furgonetas o vehículos pesados tiene mas inconvenientes
que ventajas. ¿Qué sucedería si tuviese que entrar con urgencia a esa calle
bloqueada una ambulancia o los bomberos? Pretender disminuir un riesgo creando
otro no parece que sea una buena solución a nuestros ataques de miedo. No se
pueden poner puertas al campo, salvo que sea de fútbol. ¿Se evitaría con esos
obstáculos posibles ataques yihadistas? Entiendo que no. Como bien sostiene hoy
Rubén Amón en un artículo de El País: “¿Dónde está aquí el enemigo?
¿Qué territorio ocupa? ¿Cuándo lo consideramos aniquilado? (...) No es posible
fichar ni seguir a cualquier musulmán que sienta como propia la llamada yihad.
No puede controlarse el terrorismo imitativo ni es viable amurallar las
ciudades de bolardos y cámaras. (...) Los únicos remedios concretos no van a
emprenderse nunca. Porque implican la acusación de Arabia Saudí y de las
satrapías del Golfo como divulgadoras y financiadoras de la doctrina letal del
wahabbismo”. Por muchos bolardos que se
instalen en calles y plazas, siempre
habrá un tipo, en ocasiones menor de edad, con un cuchillo, un hacha, o un
cinturón de explosivos, dispuesto a convertirse en mártir, llevándose por delante todo lo que encuentra.
Y mientras esas cosas acontecen, Jaime
Mayor Oreja, que fue ministro del Interior entre 1996 y 2001, y al que la Universidad Católica de Valencia le ha entregado la dirección de la Cátedra
Tomás Moro, señala que “los españoles merecerían que les
explicaran los atentados en español”, y así se lo ha indicado a Ferrer Molina en una entrevista en El Español. Supongo que Mayor Oreja
habrá querido decir “dar explicaciones en castellano”. ¿Acaso el idioma catalán
no forma parte de la cultura española? Mayor Oreja debería conocer que el Estatuto de Autonomía de Cataluña, en su artículo 6.a., señala: “El
catalán [...] es la lengua de uso normal y preferente de las Administraciones
públicas y de los medios de comunicación públicos de Cataluña, y es también la
lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza”. Que el consejero de Interior del Govern, Joaquim Forn, la alcaldesa
de Barcelona, Ada Colau, o el jefe
de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero, diesen explicaciones
públicas en catalán ante los micrófonos sobre la tragedia de Barcelona se me
antoja de lo más natural. Lo raro hubiese sido que lo hicieran en tagalo o en
kirundi. Declarar, como ha declarado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoído,
que la célula terrorista que atentó el pasado jueves en Barcelona y Cambrils “como
grupo organizado ya no existe”, es como para preocuparse. ¿Cómo puede hacer tal afirmación ese ministro cuando
todavía hay terroristas sin detener? La
CIA había avisado del peligro. ¿No será que existe una clara
descoordinación entre el CNI y el Govern
de Cataluña? No lo sé, sólo me lo pregunto sin encontrar respuesta. En fin, lo que interesa ahora es la
evolución de los heridos, muchos de ellos de extrema gravedad.
sábado, 19 de agosto de 2017
Elogio de la cocina viejuna
El excelente restaurador sevillano, Francisco Jacquot, en una declaraciones a ABC de Sevilla, al ser preguntado sobre una tapa clásica que le da
pena que esté desapareciendo, respondía: “La salsa española, que es la madre de
todas las salsas, y es muy difícil de encontrar en la actualidad. También se
están perdiendo el ragú de ternera, la pavía de bacalao o los riñones al jerez,
entre otros”. Jacquot es nieto de un médico que llegó a Sevilla para trabajar
en el Hospital de las Cinco Llagas, pero se siente vecino de La Macarena. Cabo Roche fue su primer negocio hostelero
que ahora lleva su hija. También escribe críticas gastronómicas. El ragú de
ternera se lo solían dar a Franco en
El Pardo y éste se quejaba de que le servían mucha carne y pocas patatas. A
Franco, por lo que parece, también le gustaban las patatas e ignoro si Carmen Polo se las tenía controladas
por algún motivo de salud. Las pavías de bacalao siempre fueron un clásico
durante la Semana Santa.
También se las conoce como soldaditos de pavía. Son piezas de bacalao desalado
y rebozado acompañadas de pimientos rojos. Parece ser que las idearon en la
madrileña Casa Labra, local situado
en el número 12 de la calle Tetuán desde 1860, donde fundó el PSOE Pablo
Iglesias el 2 de mayo de 1879. Entre las muchas teorías, existe una que parece
acertada. Ese bocado tomó el nombre del uniforme amarillo de los soldados que
lucharon en la Batalla de Pavía, en el siglo XVI, cuyo color
de uniforme era muy parecido al del rebozado. También los riñones al jerez fueron muy populares en los cafés madrileños
de principios del siglo XX. El ragú y los riñones de ternera al jerez forman
parte de lo que Mikel López Iturriaga
denominaría como “cocina viejuna”. A
mí me encantan. La salsa española era para la Marquesa de Parabere una “salsa fundamental”.
Se compone de un fondo oscuro, de ternera o vaca, y de un roux oscuro, que es una mezcla de harina y de mantequilla. Se trata
de una salsa base para hacer otras salsas más complejas. La ligazón de harina y
mantequilla deberá hacerse a 8º grados centígrados y no deberán cocinarse más
de 30 minutos. Existen tres tipos de roux:
roux claro, roux rubio y roux oscuro.
Pues bien, para hacer la “salsa española” primeramente deberemos tener
reservado un roux oscuro. El origen
de esa receta re remonta a 1615, concretamente al 24 de octubre, fecha de la
boda de Luis XIII con Ana de Austria, hija de Felipe III. Esa salsa se hizo en
Francia por cocineros franceses pero quedó denominada como “salsa española”. Y
así se la sigue llamando. Para su confección serán necesarios los siguientes
ingredientes: 500 gramos
de carne de ternera (falda, aguja o morcillo); 2’5 cucharadas de harina; 3
cucharadas de un buen aceite de oliva; 500 gramos de tomate
tamizado; 1 cebolla; 1 rama de apio; 1 zanahoria; 1 vaso de vino tinto; 1 vaso
de vino blanco; 1 cucharada de perejil; 1 cucharada de tomillo; 1 hoja de
laurel; sal y pimienta (a discreción); 1 litro de agua. Para su preparación, se lavan
y pelan cebolla, zanahoria y apio. Se pican finos y se reserva. Se tuesta
harina en una sartén sin que se queme. Se retira de la lumbre y se reserva. Se
pone aceite en una sartén y se sofríen
las verduras picadas entre 3 y 4 minutos. Se ata la carne en forma de rollo, y
se calienta en una cazuela con el sofrito de verduras durante 10 minutos.
Pasado ese tiempo se le incorpora la harina y el tomate tamizado a la carne. Se
le añade el perejil, el laurel y el tomillo junto a los dos vasos de vino. Se
remueve y se le añade el litro de agua, la sal y la pimienta. Se cocina todo
ello a fuego lento durante 3 horas. Después de su cocción, se quita la hoja de
laurel y se vierte la salsa en un vaso de batidora. Deberá triturarse hasta
obtener una crema fina. Finalmente se
pondrá el roux oscuro sobre la carne
antes de ser servido el plato.
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