domingo, 27 de agosto de 2017

Islero y el "Proyecto Islero"




Muchos recuerdan que mañana hará 70 años que Islero metió su cuerno en la ingle derecha de Manolete con las consecuencias por todos conocidas. “La cornada fue seca, se lo llevó hacia arriba, le dio la vuelta y lo tiró al suelo”, según contaba L. Cano en las páginas de ABC. Pero a Manolete no le mató Islero sino una transfusión de sangre noruega. Aquel plasma liofilizado había sido cedido a España por el Gobierno noruego para los miles de heridos de la explosión de un polvorín de la Armada en Cádiz, que había dejado 151 muertos, más de 5.000 heridos y 2.000 casas dañadas a las diez menos cuarto de la noche del lunes 18 de agosto de aquel año. Nadie se pregunta 70 años más tarde cómo terminó aquel toro entrepelado y bragado de Eduardo Miura, quinto de la tarde. Es posible que de un puntillazo.  Islero le había correspondido a Gitanillo de Triana pero Manolete se lo cambió por motivos que desconozco. Y por si lo sucedido en Cádiz era poca cosa,  el “Proyecto Islero” fue la idea que Franco llevaba en su cabeza de fabricar una bomba de plutonio, que encargó a un físico militar del Ejército del Aire, Guillermo Velarde. De hecho, la víspera del atentado en el que murió Carrero Blanco, éste se reunió en Madrid con Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, con la idea de presionarle para que firmase un nuevo tratado de colaboración con España que incluyese sus quijotescas peticiones. Y en aquella reunión llevaba Carrero dos folios con el resumen del “Proyecto Islero”, donde se señalaba que España podía fabricar bombas atómicas. Pero Carrero saltó por los aires al día siguiente de ese encuentro hasta una azotea de los Jesuitas, en la madrileña calle Claudio Coello, por obra y gracia de un comando de ETA. Sin embargo, ni su asesinato ni la muerte del Franco, acaecida dos años más tarde, supusieron el fin del “Proyecto Islero”. Según relata Velarde en un libro, “a los pocos días del atentado, con Carlos Arias Navarro como nuevo presidente del Gobierno, recibió la noticia de que se iba a avanzar con el objetivo de disponer de un pequeño arsenal de bombas atómicas para el final de la década”. Fue en 1987, ya con los socialistas en el poder, cuando se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares como parte del acuerdo para la integración de España en la CEE. 

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