miércoles, 30 de agosto de 2017

La Dama y la hormiga





Nadie se explica cómo pudo entrar una hormiga voladora en el busto de la Dama de Elche, que permanece en una cabina hermética. La descubrió un visitante durante un recorrido por el Museo Arqueológico Nacional. Pero no hay problema. El busto de la Dama está compuesto de manera íntegra por piedra caliza, un material inorgánico inalterable por los insectos. Ya respiro más tranquilo. No encuentro razón, por otro lado, para que esa mínima historia pueda llegar a ser trending topic, como así ha sucedido.  Pero nadie, al menos que yo sepa, se ha preocupado en conocer cómo se encontraba la hormiga, si deshidratada, sin fuerzas por carencia de comida, estresada por no encontrar la salida... La Dama de Elche, escultura ibérica que representa para  algunos la mujer más bella del mundo, se encontró en  La Alcudia cuando ya había perdido toda su policromía. Parece ser que un muchacho de 14 años, Manuel Campello Esclápez,  aprovechó el descanso de unos jornaleros para usar un azadón como divertimento y dio con algo duro el miércoles 4 de agosto de 1897. La extrajo del campo de labor pensando que se trataba de una piedra. Aquella finca  con árboles frutales pertenecía a su padre, el médico Manuel Campello Antón. Óscar Calvé, en el diario Las Provincias (04/08/17) señalaba que inicialmente era conocida como Reina Mora, adquirida sólo dos semanas más tarde por el arqueólogo francés  Pierre París llamado ex professo por el entonces cronista municipal Pedro Ibarra, por la que pagó el 18 de agosto de aquel año 5.200 pesetas de la época, que era el precio de un kilo de oro. Pierre París llevó el busto a Alicante y lo embarcó a Marsella, pero su destino era el Louvre. En ese museo estuvo hasta 1939. Por temor a la invasión nazi, fue trasladada al castillo de Montaubán (ciudad donde murió y está enterrado Manuel Azaña) y allí permaneció oculta durante dos años. Regresó a España en 1941. El lote estaba compuesto, además de la Dama de Elche, por otras esculturas antiguas, una pintura de Murillo, otra de El Greco, unos tapices de Goya y unos dibujos de Houel. Lo que nunca supe es qué se entregó a Francia como contrapartida. La Dama de Elche fue a parar al Museo del Prado y allí permaneció durante treinta años. En 1958 visitó el Museo del Prado Manuel Campello Esclápez. Tenía por entonces 75 años.  Señaló a los presentes que “tenía menos color la Dama que cuando él la encontró”. En 1971 pasó definitivamente al Museo Arqueológico Nacional. La estatua tiene un peso de 65 kilos y mide 56 centímetros. En los restos de su policromía se intuyen tonos rojos, rosas, azules, amarillos y algo de dorado. En la parte posterior posee un orificio que parece destinado a contener cenizas mortuorias. Pero la hormiga, ¿qué fue de la hormiga? ¿Por qué sitio de la vitrina entró? Deberían disecarla y colocarla en lugar próximo a la Dama. Una hormiga voladora rocambolesca que llega a ser trending topic por haber acariciado y besado el rostro de la Dama bien merece tal honor. O, al menos, a mí así me lo parece.

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