martes, 8 de agosto de 2017

Zurita, poeta olvidado





Pedro Ignacio López García, en un suelto publicado en El Norte de Castilla en 2009, hacía referencia a la obra y figura de Marciano Zurita (Palencia, 2/11/1884-Madrid, 26/1/1929), según él, uno de los mejores poetas del Modernismo español. Y en el número 1430 del suplemento de ABC, octubre de 1918, Marciano Zurita, autor del Himno de la Ciudad de Burgos, describía la provincia de Santander de un modo muy personal: “De un lado el mar bravío con su música extraña y sus lomas de fiera y sus verdes pupilas; de otro lado, la grave quietud de la montaña con su rústica gente y sus blandas esquilas”. Nunca supe a quién pertenecían las esquilas (esas campanas pequeñas y toscas, generalmente cilíndricas y hechas con chapa de cobre o hierro que se cuelgan del cuello de las ovejas y cabras) si a la montaña o a la gente rústica. Desconozco, por otro lado, si Marciano Zurita se inspiró en una cómoda butaca de su cuarto de estar, mirando al mar en El Sardinero, o sentado en medio de los extensos bosques del valle de Valderredible, que rezuman soledad y aislamiento. Decía López García que “hoy, en el Ayuntamiento de Palencia puede verse el retrato de Zurita de cuerpo entero obra de Asterio Mañanós, pintado en 1923, que regaló su hijo Rafael en 1984. En Burgos, una calle lleva el nombre de Zurita y Calleja (Rafael), autores, respectivamente, de letra y música del Himno a Burgos. En 1926, se les ofreció un banquete de homenaje en el que la ciudad de Burgos regaló al músico una batuta de plata, y al poeta, una pluma de oro”. En 1907dirigió El día de Palencia (fundado y dirigido anteriormente por su padre) y ese mismo año inició sus colaboraciones en el diario ABC y en el semanario Blanco y Negro. También comenzaron sus viajes por España donde ganó varias veces la flor natural en los Juegos Florales de distintas ciudades. En Burgos, con ocasión de un homenaje a Bécquer promovido por los hermanos Álvarez Quintero, conoció a  Dolores Souza. Se casaron en 1912. Tuvieron nueve hijos, de los que sólo sobrevivieron dos. Zurita escribió cientos de artículos, además de biografías, novelas cortas y hasta una historia del género chico. Tras aprobar unas oposiciones, llegó a ser jefe del Negociado de Secretarios de Ayuntamiento en el Ministerio de la Gobernación en Madrid. Pasó mucho tiempo enfermo de tisis en un sanatorio de la Sierra de Guadarrama. Entre su extensa obra destaca: El triunfo del silencio (1912), La musa campesina (1913), Pícaros y donosos (1916), y  Castilla (1924). He aquí su poema La yanta: Negra cocina aldeana. / Rojo fogaril casero. / Vajilla talaverana. / Barreñón celeminero. / Ancha botija de azumbre /que pasa de mano en mano. / Y en la trébede, a la lumbre, / el puchero castellano. / Se charla de sembradura, / y de monda, y de molienda..../ Todo del tiempo pasado / evoca el vivir glorioso. / Todo está santificado / por aquel santo reposo. /Y para hacer más lúcida / la yanta que se festeja, / mientras cuece la comida/ impónese la conseja. /Y el más viejo de la grey, /dice acompasado y quedo: /"Pues, señor, este era un rey, / un rey moro de Toledo...” Falleció de tuberculosis pulmonar el 26 de enero de 1929, en el madrileño domicilio familiar de Diego de León, 59, 4º dcha., y fue enterrado en el Cementerio de la Almudena. El suplemento de ABC publicó un elogio funeral de 40 líneas en la página 55 el 3 de febrero de ese año con foto de Portela.

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