sábado, 2 de septiembre de 2017

"Ferraz traditóribus non praemiat"





A mi entender, Javier Lambán es un político que, a mi entender, ha perdido dos cosas: el respeto de Pedro Sánchez, al estar alineado con Susana Díaz, y su dignidad como persona. Decir ahora, cuando asoma la patita la exconcejal Carmen Dueso, que él presentará su candidatura alineado con Sánchez, me hace la misma gracia como cuentan que le dio a Crisipo de Solos viendo a un burro comiendo higos. Y Lambán justifica su decisión –según leo en Heraldo de Aragón- “por fortalecer la estabilidad de la DGA, mientras alerta de la bicefalia y anuncia una nueva organización para Zaragoza capital”. Y recalca que “todas las candidaturas que se van a presentar a estas primarias están alineadas con Ferraz”. ¿Dónde está su lealtad al actual secretario general? ¿Acaso es Lambán de fiar? ¿Qué tiene que decir al respecto la leal Susana Súmelzo? Porque ella, que pertenece a la ejecutiva federal, ya ha señalado que “se pretende renovar la cabeza del PSOE-Aragón, no el Gobierno autonómico”.  Bueno, ya veremos... Pero se da la circunstancia de que Súmelzo es, además, la responsable federal de Política Municipal. ¿Qué quiero decir con ello? Pues que Carlos Pérez Anadón, el aspirante a la alcaldía de Zaragoza, miembro de la antigua ejecutiva federal, y cabreado hasta el tuétano con el  actual alcalde, Pedro Santisteve, lo tiene crudo, pero que muy crudo. Para mí ya es un político amortizado y sin plaza, ay, en la bancada del Senado. Fue otro de los que apostó por Susana Díaz, como lo hizo Felipe González,  Alfonso Guerra, la Banca, la Patronal, el Ibex y todo el staff socialista con olor a naftalina y derecho a puerta giratoria. Al fin se han enterado todos ellos de que no hay “enemigo” pequeño, que se puede brotar de las propias cenizas y  que, como en la canción Maki Navaja, “sorpresas te da la vida, ¡ay, dios!”. A Lambán, también a Carlos Pérez, les recomendaría la lectura de la muerte de Viriato en edición para niños, donde se cuenta cuando los asesinos que lo mataron mientras dormía, Audax, Ditalcos y Minuros, fueron a pedir la recompensa que les había prometido Quinto Servilio Cepión. Pero éste ordenó que fuesen ejecutados, al tiempo que decía: Roma traditóribus non praemiat”, o sea, "Roma no paga a traidores".

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