miércoles, 18 de octubre de 2017

Estado y Derecho





Mañana jueves termina el segundo ultimátum de Rajoy a Puigdemont. Pero no pasa nada. Ahora resulta que el presidente del Gobierno le da otra semana de prórroga a condición de que el presidente de Cataluña  “vuelva a la legalidad” y convoque elecciones. ¿Alguien entiende algo? Juan Carlos Bermejo, en Vozpópuli, hace referencia a la tesis de García Trevijano: “Rajoy todo lo fía a la aplicación del Artículo 155, que es una tomadura de pelo, porque lo único que permite es ordenar a Puigdemont que acabe con la sedición. La política defensiva de cualquier Estado de derecho no está encomendada al código penal, puesto que la jurisdicción penal no tiene la fuerza, los conocimientos, ni la determinación de acabar con un problema tan grave como la sedición, la rebelión e incluso la traición. Por eso en todos los Estados de derecho existen medidas excepcionales para ello, y en el caso de España es el Artículo 116 de la Constitución en su apartado cuatro: el estado de sitio, que no dura mucho tiempo pero que permite que la jurisdicción militar procese a los traidores y se restituya de inmediato la normalidad, como exigió el rey Felipe VI a Rajoy, y éste último ha ignorado la Ley y el orden constitucional en Cataluña”. (Me viene a la cabeza el pobre Domingo Batet). El Estado de derecho está formado por dos componentes: el Estado (como forma de organización política) y el Derecho  (como conjunto de las normas que rigen el funcionamiento de una sociedad). En consecuencia, el poder del Estado se encuentra limitado por el Derecho. Partiendo de esa premisa, entiende Bermejo que “pase lo que pase es inútil esperar que Rajoy arregle una situación de la que es principal responsable. Le invade el vértigo ante la posibilidad de acción, no es solo un inútil, es claramente un impotente político, ha arrastrado por el fango la dignidad, la Constitución y la Ley mirando para otro lado cuando tenía que actuar, algo que en la historia política es siempre preludio de la destrucción de una nación”. (...) “Rajoy es el responsable principal del desastre que ha enfrentado para generaciones a las familias y ciudadanos de Cataluña. Desde 2012, este cobarde patológico ha mirado para otro lado cuando los sediciosos incumplían sistemáticamente la Constitución y la Ley y tampoco ha movido un solo dedo ante la implantación obligatoria en la enseñanza pública del adoctrinamiento sistemático en el odio a España y la más grosera y delirante falsificación de la historia, algo inimaginable en un Estado soberano”. Ahora lo que hace falta saber es cómo se arreglará ese desaguisado.

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