lunes, 9 de abril de 2018

El Gobierno pierde masa



Manuel Vicent, en EL País, hace referencia a los agujeros negros que todo lo engullen, y lo relaciona con lo que está aconteciendo en el Gobierno de España. Señala: “Debido a la falta de impulso político del presidente Rajoy, el poder ejecutivo, al perder masa y por tanto fuerza de atracción, ha dejado de ser el centro gravitatorio del sistema y se ha precipitado en el agujero negro del poder judicial, que frente al desafío del soberanismo catalán ha tomado las riendas del Estado para evitar su desintegración. Hoy son los jueces y fiscales los que realmente dirigen la política a través del Código Penal ante la parálisis del Gobierno, hasta el punto de que el Tribunal Constitucional debería instalarse de una vez en La Moncloa”. El Gobierno, pese al tiempo que lleva de rodaje, tanto con Rajoy como con Aznar, todavía no ha entendido que el asunto catalán es  político y debe resolverse con métodos políticos, es decir, hablando con los secesionistas, que es como se entiende la gente. Cuando los asuntos políticos se dejan en manos de jueces y fiscales, y cuando con su “ley mordaza” imponen las Delegaciones del Gobierno cuantiosas multas por el simple hecho de asistir a una manifestación o a un escrache y porque un número de la Policía Nacional  ha tomado nota del DNI de un ciudadano, algo huele a podrido.  El artículo 20 de la Constitución ampara la libertad y libre expresión del ciudadano, pero algunos políticos conservadores todavía no lo entienden así. De hecho, existen 44 razones para que alguien pueda ser sancionado con multas que van desde los 100 euros hasta los 600.000, siempre que no constituya delito, dentro de la concepción subjetiva de “muy graves”, “graves” y “leves”, como sucede con la clasificación de los pecados en la doctrina cristiana. En ese sentido, sigue escribiendo Vicent: “Pero los jueces son como los balones de rugby. Nunca sabes a ciencia cierta de qué lado van a botar. El poder judicial es un oscuro laberinto lleno de sutiles entresijos que sirven unas veces para escabullirse, pero otras actúa como un inexorable martillo pilón sin reparar en las consecuencias políticas más allá de la justicia. Así ha botado el Tribunal alemán de Schleswig-Holstein en el caso de Puigdemont. La precipitación del Estado en ese agujero negro solo hará que el poder judicial por propia inercia gane más masa crítica cada día hasta que finalmente ocupe por entero el vacío que deje la política. Primero fueron los titiriteros; luego, los raperos; después, los tuiteros; siguieron los viñetistas de humor ácido; más tarde, los independentistas catalanes y los republicanos activistas, y al final serán triturados en el agujero negro los que levanten la voz y no se dobleguen. Y todo este maldito embrollo por la estúpida galbana del Gobierno de no hacer política, como es su deber”. El dontancredismo acreditado del presidente del Gobierno de España fue causa de que el artículo 155 de la Constitución se aplicase tarde y mal en Cataluña. Supone Rajoy ahora, como ha supuesto a lo largo de sus mandatos, que las cosas siempre se terminan por arreglar solas. Puede ser, pero no sucede así cuando la mitad de los dirigentes políticos catalanes están en presidio o en una obligada diáspora.

No hay comentarios: